Enviá tu WHATSAPP a la radio

 En vivo

Radio LT9

Opinión

Periodismo de periodistas

— Claudio "Turco" Cherep

SÁBADO 23 DE JUNIO DE 2018

Toda vez que echa a rodar la pelota del mundial se pone en cuestión, como si se tratara de la de los jugadores mismos, la actuación del periodismo deportivo. Y aceptamos el convite. No es de fútbol que vamos a hablar, porque muchos lo hacen mejor que nosotros, inclusive acá mismo, en nuestra radio, donde hay compañeros que estudian todo el tiempo sobre las variantes del juego, su evolución, sus vericuetos.

Pero es necesario detenerse a hablar de periodismo –o de cierto periodismo- ahora que la ruleta mundialista nos ha dado una vida más y las esperanzas vuelven a estar intactas. Y se preguntarán ustedes si es ético cuestionar el trabajo de gente que comparte el mismo oficio. Y diremos que sí. Que aquel viejo adagio que rezaba que no hay que hacer periodismo de periodistas murió como las antiguas máquinas de escribir en las redacciones. Porque el periodismo, como cualquier disciplina, merece que lo pongamos en tela de juicio y si somos los que lo ejercemos, tanto mejor.

Nosotros abonamos la idea de discutir. Cuando se sucede un hecho de la realidad existen distintas posturas, más allá de la importancia del tema, sea futbolístico o no. No es una falta de ética ni de respeto andar tomando posturas. Cuando ocurre el hecho periodístico se toman posturas. Uno siempre habla desde un lugar. Como periodista o como vecino. A veces se dice desde donde se habla y a veces no. A veces quien habla da cuenta desde donde habla y a veces no. Y a veces el que habla no quiere pararse en ningún lado y eso también es una postura política y una manera de entender las cosas. Menos ético es entonces saber desde donde se habla y no querer decirlo.

De modo que, debatamos. Cuando hay una cobertura mundialista a la mayoría le pasa más pasa más o menos lo mismo. Nos molestamos un poco viendo algunos muchachos entrados en años, desde el confort de una escenografía de plantas y escritorios, con un estudio improvisado pero no exento de aire acondicionado, destruyendo, acusando, sentenciando, sin asumir ningún riesgo. Porque allí se opina de cosas juzgadas y se adjetiva sobremanera sobre jugadores o entrenadores que, con el resultado puesto, si no se han podido defender en el campo de juego con una buena actuación, no podrán hacerlo ante la agresividad  de los opinadores de turno.

Unos minutos después del partido que Argentina perdió con Croacia dijeron que Sampaoli había sido depuesto por los jugadores que ya no querían que dirija el tercer partido. También que el DT estaba peleado con el ayudante de campo y que había futbolistas que ya no jugarían más en la selección. Se regodearon al decirlo. Se sonrieron socarronamente detentando el poder inexistente del pedante. Lo dejaron entrever o lo afirmaron. Y al otro día, con la misma ligereza con que sembraron el terror, se desdijeron de las cosas “que se dijeron” sin asumir siquiera la responsabilidad de haberlas dicho, poniendo en palabras de fuentes dudosas, de “alguien que conoce el plantel”, lo que afirmaron a boca de jarro un rato antes.

Y estos nos son comentarios erróneos sobre el juego, que cualquiera los puede tener, como los tiene Messi fallando un penal, o Caballero en una salida, o Sampaoli en un planteo táctico, sino que obedecen a irresponsabilidades ajenas a cualquier oficio, pero sobre todo, violatorios de los códigos más sagrados que aprendimos en el barrio y que dejan en claro que, bajo ninguna circunstancia, vale patear en el piso. Pues eso es exactamente lo que hicieron con la selección. Patearon en el piso a Messi, que por otra parte fue quien llevó a este equipo tan lejos alguna vez, patearon a Caballero, patearon a Sampaoli hasta dejarlos inconscientes.

Nosotros admitimos los enojos futboleros como enojos que provocan tristezas incomparables. Pero, ¿de qué sirve masacrar a Messi con el festejo croata en las narices aún caliente? ¿De qué sirve dirimir ayer quién fue el más grande de todos los tiempos (para este morocho que escribe,  Maradona)? ¿De qué sirve patear a Caballero como si hubiera fallado con la intencionalidad de los comentarios que lo denuestan?  ¿De qué sirve hacer leña del Sampaoli caído, de sus gustos musicales, de sus preferencias políticas, de sus tatuajes?

Esa es una práctica de hienas, adjetivadoras hasta el hartazgo para no decir nada, que no tiene nada que ver con el periodismo y tampoco con el fútbol.

No constituyen una generalidad pero no son pocos. Son casi una horda que pretende determinar qué es el bien y qué es el mal, qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no. Y adquieren parámetros éticos que nadie les ha conferido, sin siquiera preguntarse para adentro con qué parámetros éticos  se desempeñan en este oficio tan vituperado.

Que Argentina en términos futbolísticos esté como esté,  que el hincha de a pie quiera meter el segundo gol antes que el primero, es una parte  responsabilidad de una prensa que pone a determinados jugadores, la mayoría pibes de los barrios del conurbano, del interior profundo del país, al que la vida los premió con el don de jugar bien a la pelota, en un lugar de exposición, de maquinaria que todavía no se ha inventado, que contribuye a que el equipo se quiebre anímicamente.

Dirán ustedes que los periodistas no patearon el penal con Messi, ni dieron pases cortos como Caballero, ni armaron la línea de tres con Sampaoli. No. Claro que no. Pero un equipo de fútbol es un gran estado de ánimo y esos rumores, cuando en la alta competencia todo se define por detalles, conspiran.  La horda no patea al arco ni ataja. Pero la horda es funcional a un sistema perverso que ha vaciado las canteras del fútbol argentino, que vende pibes a Europa como si se tratara de esclavos, que acelera los procesos de formación, que alimenta la violencia porque todo lo mide en éxitos o fracaso, que exacerba los errores ajenos y es jactanciosa como las virtudes propias.

Uno ve a Fernando Niembro pidiendo la renuncia de Messi  tan enérgicamente. Y lo recuerda cuando era vocero de Carlos Menem y le tocó anunciar el indulto a los genocidas y comprende que a Niembro lo enoja más Messi que Videla, porque aquel día no se le movió un pelo de su bigotito militar y ahora está encendido. Uno ve a los periodistas de Torneos y Competencias tan drásticos con Caballero y  no observa enojados con Burzaco, que anda con una tobillera electrónica bajo fianza, en Nueva York, después de haber manejado en las sombras diez años el fútbol argentino que parió esta generación de jugadores no tan bueno, pero que salvó a muchos empresarios e intermediarios como él.  Uno los ve pidiendo la cabeza de Mascherano y sin inmutarse con la cuasi mafia que comandan Angelici y sus testaferros, sucesores corregidos y aumentados de Grondona y causantes de que hayan desfilado cuatro técnicos en tres años y que no haya ningún proyecto de inferiores desde Pekerman a esta parte.

Entonces a uno lo embarga una gran tristeza futbolera. Y uno también siente –quizás porque nunca jugó un mundial- que tal o cual pelota no se podían fallar. Pero en el fondo de la red y de las cosas, cuando -como cantaba Azurey-  “los flojos lloran y está cerquita el fin”, en la grieta que se abre entre esta corporación de patoteros con disfraz de micrófonos  y los penales fallados por Messi, los yerros de Sampaoli y hasta los goles masticados por Caballero, yo me quedo del lado de estos últimos . Yo me quedo con los jugadores.

*El autor es conductor de "La Pulpo", lunes a viernes de 14 a 16hs por LT9. Autor de “La Pulpo”, “Gajos del Oficio” y “Hambre de Gol”

OPINIONES RELACIONADAS


MAS LEÍDAS

ONDA 9 S.A - 4 de Enero 2153 - (0342) 410 9999 3000 Santa Fe Argentina
Suscribite a nuestro Newsletter