El Senado de los Estados Unidos ha aprobado por unanimidad un proyecto de ley de dos billones de dólares destinado a ayudar a los trabajadores desempleados y a las industrias afectadas por la pandemia del coronavirus, así como a proporcionar ayudas económicas para adquirir equipo médico.

Se trata del mayor paquete de estímulo fiscal de la historia moderna del país para tratar de contrarrestar los efectos de la pandemia del coronavirus, que podría llevar a la economía a caer en recesión.

Después de unas amargas negociaciones y dos intentos fallidos de sacar la ley adelante, el profundamente dividido Senado ha alcanzado un acuerdo por un voto unánime de 96-0. El proyecto deberá pasar ahora por la Cámara de Representantes, que votará el viernes por la mañana a voz alzada. Después pasará a manos de Donald Trump.

El presidente, cuyos principales asistentes ayudaron a negociar la medida bipartidista, ha prometido firmar la ley tan pronto llegue a su despacho. El paquete de estímulo fiscal es el triple del que se puso en práctica en 2008 tras el estallido de la crisis financiera, que ascendió a 700.000 millones de dólares.

Dos intentos de sacar adelante la medida republicana fracasaron durante esta semanas, a pesar de la mayoría del partido de Trump. Según los demócratas, el proyecto contenía muy poco dinero para estados y hospitales y no tenía suficientes restricciones en un fondo para ayudar a las grandes empresas.

Finalmente la propuesta, a falta de modificar últimos detalles, incluye una partida de cerca de 250.000 millones que se reservarán para pagos directos a individuos y familias; de 1.200 dólares para quienes tengan una renta de menos de 75.000 dólares al año; y 150.000 en el caso de familias, más 500 dólares por menor de 17 años.

Asimismo, se disponen 350.000 millones en préstamos para pequeñas empresas y otros 250.000 millones para ampliar los beneficios por seguro de desempleo. También otorga 150.000 millones de dólares para apoyo a las autoridades locales y estatales, y otros 100.000 millones para reforzar el sistema sanitario, que en algunos lugares como en el estado de Nueva York comienza a estar saturado.