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Desendeudarnos para desarrollarnos

— Alberto Papini

JUEVES 06 DE AGOSTO DE 2020

La principal diferencia del reciente acuerdo con bonistas extranjeros con los realizados en el Gobierno anterior es que rompió el bloque de negociación entre los capitalistas privados y el FMI. Estos acuerdos o préstamos que se realizaban exigían a nuestro país, reformas laborales o ajustes, que implicaban siempre pérdida de derechos de los argentinos para acceder a un crédito. El préstamo imponía además, las políticas económicas que debía seguir el país.

En la negociación cerrada este lunes con los acreedores, se negoció cuánto se iba a pagar y cuándo se pagará, que es lo que le debe interesar al acreedor, y no inmiscuirse e imponer además medidas de política económica, como sucedía durante el gobierno de Cambiemos, que llevaron a instrumentar medidas impuestas por el FMI y los acreedores, que indujeron disminución del nivel de actividad interna, caída del empleo y salarios y posterior recesión. En esta oportunidad la política del gobierno impulsada por Alberto Fernández, por el contrario, solo discutió cuánto y cuándo pagar, y un cronograma de pagos que por los próximos 5 años permita enfrentar un crecimiento de la economía evitando la restricción por falta de dólares, (estrangulamiento externo) que es el problema central de la economía argentina.

Los alcances del acuerdo con los bonistas extranjeros significan una disminución de 30.000 millones de dólares respecto del cronograma de pagos que había dejado el gobierno de Mauricio Macri.

Debe recordarse que, la política de endeudamiento propuesta por Cambiemos y fomentada por los prestamistas y el FMI tuvo como efecto un crecimiento exponencial de la deuda y los intereses que se debían pagar. Podemos ejemplificar como crecía el endeudamiento y los pagos que luego ello generarían a los acreedores, asegurando que la deuda externa creció al ritmo de 3.713.880 dólares por hora durante el período 2016-2019.

Para tener una idea del impacto negativo del endeudamiento deliberado provocado entre 2016 y 2019, se puede observar la incidencia del pago de intereses en el total del gasto del Gobierno nacional. Los intereses por pago de deuda que en 2015 eran el 5% respecto al gasto primario del Gobierno nacional, subieron al 20% en 2019. Tremenda implicancia del gasto en intereses significa hacer menos viviendas, menos dinero en salud, menos posibilidades de hacer políticas de fomento a la producción y el empleo, menos dinero para seguridad.

El beneficio del reciente acuerdo con los bonistas extranjeros debe ser completado con los acreedores con legislación local, siendo que el compromiso del Gobierno es renegociar con las mismas condiciones, si ello se logra, y así debería ser por los acuerdos previos a la negociación con los acreedores con legislación extranjera, la disminución de la deuda rondaría los 40.000 millones de dólares para los próximos cinco años, producto del reciente acuerdo.

El cronograma de pagos de la deuda permitirá ahora al Gobierno impulsar el Plan Procrear- el que fue anunciado en forma conjunta al acuerdo con bonistas extranjeros- Esto permitirá ayudar a las empresas y a la creación de empleo de una economía derrumbada por las políticas neoliberales del 2015 al 2019 (disminución del nivel de actividad industrial, caída del comercio, aumento de desocupación, estrepitosa caída de la inversión, tasas de interés que alcanzaban el 90% anual y una inflación que fue la más alta de los últimos 30 años 54%).

Por ello, la tarea que queda por delante es enorme, con dos objetivos preponderantes: poder aumentar el nivel de actividad interna e impulsar el incremento de exportaciones y disminución de importaciones, de manera que ello permita crecer sin tener restricción por mayor demanda de dólares cuando la Argentina comience a crecer.

Realizar un plan inteligente de aumento de exportaciones y sustitución de importaciones que mejore las políticas e instrumentos de otras experiencias anteriores, será la clave para que a partir del 2027, cuando el cronograma de pagos externos sea más exigente, se pueda contar con las reservas y perfil del sector externo, que haga viable el crecimiento sin estrangulamiento de la balanza de pagos. Esa es la gran tarea que viene, puesto que si no, se diluirían los beneficios del actual acuerdo, que tiene un cronograma de pagos que permite crecer por un par de años, mientras tanto debemos prepararnos para no repetir experiencias anteriores.

Respecto a las críticas por demoras para cerrar el acuerdo que llevó siete meses de negociaciones, debe recordarse que el tiempo de la renegociación de deuda del 2005 había sido de un año.

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