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Modelo de país: ¿reformular o consolidar?

— Javier Martin

DOMINGO 12 DE DICIEMBRE DE 2021

Un gran problema no resuelto aún en Argentina es la falta de consolidación de un modelo productivo para el país que genere crecimiento económico con desarrollo social. Quizás el origen de tal problema es la ausencia de discusión y consenso entre los distintos sectores políticos, gremiales y empresarios sobre qué modelo de país queremos para Argentina en función de nuestra historia, características y la población que tenemos. 

De hecho, ni siquiera en épocas de elecciones se ha debatido un «modelo de país» y la mayoría de las campañas se estructuraron en torno a nombres, personas o figuras mediáticas como movilizadoras del voto. 

Todo ello nos ha llevado a que las políticas públicas (que deberían reflejar ese modelo productivo de país) se reformulen con amplios movimientos pendulares en cada cambio de administración; en lugar de perdurar en el tiempo y consolidarse para generar crecimiento económico con reducción de la pobreza y aumento de la equidad. 

Por el contrario, la mayoría de los países desarrollados han acordado un modelo a seguir y mantienen su orientación a largo plazo por más que periódicamente cambien sus administraciones (el ejemplo más cercano es Brasil). 

En mi opinión, los escandalosos niveles de indigencia y pobreza alcanzados en Argentina nos conminan a discutir qué modelo de país necesitamos para revertir la decadencia de los años pasados, consolidar el actual proceso de recuperación económica y generar crecimiento con inclusión. Sin intentar agotar el análisis, ese modelo productivo debería incluir, a grandes rasgos, los siguientes pilares estratégicos: 

Rol del Estado 

Un proceso de crecimiento económico con desarrollo social es muy difícil que se dé en forma natural por las fuerzas del mercado. La tendencia primitiva de los agentes económicos es la maximización del beneficio individual, que no siempre lleva a la maximización del beneficio común. En un mercado totalmente liberado, el más grande y poderoso impone sin límites sus condiciones sobre el más chico y desprotegido, lo que afecta a todas las cadenas de valor. Se requiere de una inteligente y direccionada intervención del Estado para interactuar con el sector privado donde y cuando sea necesario, fijando las políticas públicas a largo plazo en función del modelo productivo nacional, controlando actitudes monopólicas, promoviendo la creación de nuevas empresas y empleos privados.

A su vez, se debe administrar el tamaño del estado y el déficit público para que se mantengan en niveles razonables y no se conviertan en tóxicos para el sector productivo. En tal sentido, la mejor manera de mantener bajo control el tamaño del estado es a través de un proceso de crecimiento y desarrollo virtuoso que cree oportunidades para la iniciativa privada, de tal forma de evitar que el estado se transforme en la herramienta contracíclica de última instancia para evitar el desempleo generalizado. 

Industria Nacional 

Si observamos las experiencias a nivel mundial, veremos que no existen países con más de 40 millones de habitantes que hayan podido desarrollarse sin un fuerte proceso industrializador que motorice un crecimiento inclusivo. Y ello se explica por la capacidad que tiene la industria para agregar valor, complejizar las cadenas productivas, generar empleo de calidad y mejorar la distribución de la riqueza, lo que estimula el mercado interno conformando un círculo virtuoso de crecimiento con desarrollo social.  

La gran batalla hoy entre los países se da en términos de valor agregado y niveles de industrialización, y los estados nacionales cumplen un activo rol en la protección de sus sistemas productivos para preservar el empleo y agregado de valor locales. 

Por otro lado, la creciente industrialización interna disminuye la demanda de divisas para la importación (por vía de sustitución de importaciones críticas) y aumenta la oferta de dólares (por la mayor cantidad de productos que se exportan y el valor agregado de los mismos). Ambos efectos ayudan a reducir o eliminar la restricción de divisas, histórico problema observado en nuestros procesos de crecimiento en el pasado. 

La conclusión es evidente: la única manera de cambiar de raíz nuestra debilidad externa es industrializando más la producción nacional y sustituyendo importaciones críticas, propugnando el sano crecimiento de una burguesía industrial nacional. 

Infraestructura productiva 

El estado (a través de la obra pública o de esquemas de participación público-privada) debe promover la mejora constante de la infraestructura productiva, entendiendo por tal al conjunto de factores relevantes para estimular nuevos proyectos productivos y mejorar la competitividad sistémica, como ser el desarrollo de parques industriales, caminos rurales, rutas y autopistas, puertos y vías navegables, ferrocarril y, en un mundo globalizado, las comunicaciones e internet. 

En ese sentido, una mirada federal es fundamental para promover un desarrollo armónico en todo el territorio nacional y evitar las migraciones internas y la superpoblación de los conourbanos, efectos ambos que conllevan degradación económica y social. 

Sistema Financiero 

Es rol del estado regular y controlar los flujos de capitales hacia y desde el país, ahorros y excedentes para facilitar el financiamiento al sector productivo a mediano y largo plazo. Si no existe una proactiva intervención del estado, los flujos se orientan hacia la especulación financiera y créditos al consumo a corto plazo, desfinanciando la inversión en proyectos productivos. En este sentido, el Banco de la Nación Argentina, el BICE, las agencias para el desarrollo regional y las sociedades de garantía recíproca deben ser agentes financieros de activa participación en el mercado del crédito para el sector productivo, en especial PyMes y nuevos emprendedores. 

Ecosistema innovador 

Resulta estratégico para el desarrollo tecnológico financiar y estimular el sistema de investigación científico tecnológico, combinando los esfuerzos del estado (INTI, INTA, CONICET, Parques Tecnológicos, Universidades, etc.) con los del sector privado a través de sus centros de investigación y desarrollo, promoviendo la vinculación del sector productivo con los sistemas educativos, de ciencia y tecnología. 

De hecho, la mayor parte de los avances tecnológicos en los países desarrollados han sido financiados por el estado directamente vía presupuesto para centros de investigación y universidades, o mediante programas de compre nacional donde se privilegia la producción y tecnología nacionales. 

Dentro del sistema innovador, se debe apoyar a los nuevos emprendedores en los distintos ámbitos educativos (educación no formal, institutos secundarios, terciarios y universidades), promoviendo el espíritu emprendedor, los nuevos proyectos productivos y la internacionalización de empresas argentinas. 

Sistema educativo 

El sistema educativo tiene un rol clave en la calificación de los recursos humanos que tendrán en sus manos las nuevas tecnologías. Debemos generar oportunidades de desarrollo para los más de 45 millones de argentinos y, en ese contexto, la buena educación primaria, secundaria y universitaria es quizás el principal factor de desarrollo y movilidad social ascendente (en especial si la educación pública está al alcance de todos). 

Argentina cuenta con un sistema de educación pública que ha sido modelo en Latinoamérica, aunque ha experimentado la misma degradación que el resto del país en los últimos años. La educación pública de calidad y disponible a nivel federal deber ser prioridad nacional. 

Energía 

El sector energético (electricidad, gas, petróleo, energías renovables) es un recurso estratégico y su gestión debe ser política de estado con el fin de proveer energía en todos los rincones del territorio en cantidad y calidad, para desarrollar a pleno las capacidades productivas del país. Para ello se deben promover la investigación, producción y generación distribuida de energías no tradicionales, limpias y renovables con el fin de diversificar la matriz energética en el territorio nacional de manera sustentable. 

Sistema Tributario 

El sistema tributario debe adecuarse al modelo productivo, corrigiendo o eliminando impuestos distorsivos y estableciendo incentivos tributarios para promover el ahorro interno, la inversión en tecnología, la capacitación de mano de obra, la reinversión de utilidades en el país y el incremento de la capacidad productiva. Además, el sistema tributario es una herramienta de redistribución del ingreso a través de impuestos progresivos que graven más la renta (impuesto a las ganancias) y menos el consumo (IVA). 

Deben existir esquemas diferenciales para PyMes y nuevos emprendedores que faciliten la formalización de las operaciones y el incremento progresivo de la carga impositiva. 

Por último, el sistema impositivo debe premiar el agregado de valor local y desalentar las exportaciones de productos con nulo o escaso valor agregado.

Comercio Exterior 

La única solución para resolver la restricción externa es incrementar las exportaciones en volumen y en valor agregado. Para ello la internacionalización de nuestras empresas industriales, tecnológicas y de servicios debe ser prioridad, estableciendo incentivos a la exportación como ser: draw-backs, financiamiento a exportadores (pre y post embarque), esquemas de promoción de exportaciones, etc. 

Por otra parte, ningún país del mundo regala su mercado interno y para ello todos recurren a sistemas de administración del comercio exterior a través de aranceles, medidas paraarancelarias, acuerdos de mercado común, etc. 

En todos los casos el objetivo final es promover una inserción inteligente en el mercado internacional defendiendo la producción y el empleo nacionales.

Inversiones extranjeras 

La inversión extranjera directa debe ser promovida pues tiene tres ventajas importantes: i) ingreso neto de divisas que facilita la acumulación de reservas internacionales; ii) incorporación de avances tecnológicos en nuevos productos, procesos o tecnologías que no siempre se encuentran en el país y iii) rápido crecimiento de exportaciones en aquellas empresas internacionales que ya tienen sus cadenas de comercialización desarrolladas.  

Sin embargo, esta inversión extranjera debe estar sujeta a compromisos formales de permanencia de capitales en el país, incorporación de piezas y componentes locales, generación de mano de obra local y, además, difusión de tecnologías al resto del entramado industrial nacional y cadenas de valor.

 Resumen 

Argentina necesita consolidar un modelo productivo que genere crecimiento económico con desarrollo social. Ese modelo debería ser discutido y consensuado entre los distintos sectores políticos, gremiales y empresarios con el urgente objetivo de revertir el decadente proceso de degradación económica y social observado en nuestro país que ha llevado la pobreza e indigencia a niveles inaceptables. 

Dicho modelo debería propugnar no solo el mero incremento económico del PBI sino, fundamentalmente, el desarrollo social para los más de 45 millones de argentinos. En otras palabras, el crecimiento económico debe promover la reducción de la pobreza y el aumento de la equidad. Y para que esto sea sustentable en el tiempo dicho «modelo de país» debería transformarse en un eje estratégico a largo plazo sobre el que se diseñen el resto de las políticas públicas, atendiendo al rol del estado, la promoción de la industria nacional, el desarrollo de infraestructura productiva, la regulación y orientación del sistema financiero, el estímulo y desarrollo de los ecosistemas educativo y de innovación, el desarrollo del sector energético, la optimización del sistema tributario y la regulación de las inversiones extranjeras. Solo de esta manera podremos evitar los movimientos pendulares de las últimas décadas y mantener nuestro «modelo productivo» en el tiempo como una verdadera política de estado.

**El autor es miembro de la Union Industrial de Santa Fe

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