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La deserción de otro soldado norcoreano provocó tiros en la frontera

Se trata del cuarto militar que logra cruzar la peligrosa zona desmilitarizada este año
JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2017

Un soldado norcoreano logró este jueves llegar al Sur tras cruzar la zona desmilitarizada (DMZ), una deserción que desencadenó un intercambio de disparos de advertencia entre los Ejércitos de ambos países que vigilan la frontera. Su huida es la cuarta en lo que va de año de un militar de Corea del Norte y ocurre apenas un mes después de que un compatriota suyo hiciera lo propio y recibiera varios balazos de los guardias fronterizos de su país. 

El soldado, de 19 años y de bajo rango, fue encontrado alrededor de las 8.00 horas en un puesto de guardia surcoreano, según informó el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur a la agencia Yonhap. El hombre, que no estaba herido y del que apenas se conocen detalles, habría aprovechado la densa capa de niebla que cubría la zona para huir.

Tras la deserción, varios militares norcoreanos se aproximaron a la Línea de Demarcación Militar (MDL) -la frontera marcada por el armisticio- con el objetivo de encontrar a su compatriota. El Ejército surcoreano les advirtió a través de megafonía, pero al ver que ignoraban estos mensajes se realizaron unos 20 disparos de advertencia, tras los cuales sí retrocedieron. Unos cuarenta minutos después, las tropas surcoreanas en los puestos fronterizos oyeron sendos disparos procedentes del Norte.

Las deserciones a través de la zona desmilitarizada, una franja de cuatro kilómetros de ancho, son extremadamente raras. La frontera por tierra entre ambos países de la península coreana está fuertemente vigilada y, en su vertiente septentrional, Pyongyang ha colocado minas antipersona para disuadir a los guardias de cruzarla. Según el servicio de espionaje surcoreano, los efectivos destinados allí son cuidadosamente seleccionados por su lealtad al régimen. La inmensa mayoría de deserciones son protagonizadas por civiles, que cruzan los ríos Yalu o Tumen hacia China. Una vez allí, deben esconderse de las autoridades (Pekín acostumbra a repatriar a los que encuentra) y llegar a un tercer país donde acuden a la embajada surcoreana para pedir asilo.

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