Las protestas juveniles convocadas en Marruecos, prohibidas por las autoridades, se transformaron este martes 30 de septiembre en disturbios en diferentes localidades del país.
En Temara, a 17 kilómetros al sur de Rabat, se registraron incidentes en el barrio céntrico de Al Massira 2. Las autoridades lograron controlar la situación y cerraron parcialmente la avenida Tariq ibn Ziyad para limpiar los objetos arrojados contra la policía, según constató EFE.
En Beni Mellal, a 240 kilómetros al sureste de Rabat, los manifestantes bloquearon calles y quemaron contenedores, provocando heridas tanto a civiles como a policías, reportaron medios locales. Por su parte, en Inzegan y Ait Amira, al sur de Agadir, se registraron ataques con piedras contra los antidisturbios y la quema de varios vehículos policiales.
Detenciones y respuesta de las autoridades
Las manifestaciones fueron convocadas por el grupo GENZ212 (Generación Z) a través de redes sociales desde el pasado sábado, con reclamos centrados en la educación y la sanidad. Las autoridades marroquíes reforzaron la prohibición y la fiscalía de Casablanca informó la detención de 24 personas, incluidos seis menores, tras bloquear una vía rápida.
En Rabat, 37 manifestantes fueron presentados ante la Fiscalía; 34 quedaron en libertad provisional y tres fueron enviados a prisión preventiva. Los partidos de la coalición gubernamental expresaron su disposición a dialogar y atender las demandas planteadas por los jóvenes.
Impacto político y repercusiones de las protestas
Las protestas se producen en un contexto político sensible. Marruecos se prepara para eventos internacionales como el mundial de fútbol y enfrenta críticas por priorizar la imagen del país sobre las necesidades locales.
En este marco, se compara al hecho con las manifestaciones del Rif en 2016-2017, cuando se exigía equidad regional y acceso a servicios básicos.
El gobierno ha mostrado disposición al diálogo, pero mantiene firmeza ante protestas no autorizadas. Analistas advierten que estas movilizaciones podrían marcar un punto de inflexión en la relación entre la Generación Z y el Estado. Además, refuerzan la participación juvenil en la agenda nacional. La atención internacional también se centra en garantizar derechos civiles y libertad de expresión en Marruecos.
