El consumo de cigarrillos electrónicos dejó de ser una rareza y se consolidó como una práctica frecuente entre adolescentes.
En Argentina, el 8,9% de los jóvenes de entre 13 y 18 años vapea, según un estudio de 2023 presentado por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina).
El atractivo de los dispositivos -pequeños, discretos, con sabores frutales y diseños llamativos- refuerza la idea de que se trata de una opción “inofensiva”.
Sin embargo, los expertos advierten que la mayoría de los vapeadores contiene altas concentraciones de nicotina, incluso superiores a las de los cigarrillos tradicionales.
La médica Valeria El Haj explicó que la nicotina actúa con especial rapidez en el cerebro adolescente.
“Llega en segundos y genera adicción rápidamente”, señaló, y remarcó que en esta etapa “el sistema de recompensa es mucho más vulnerable”.
Esa dependencia temprana, advirtió, no solo dificulta abandonar el vapeo sino que incrementa la probabilidad de pasar luego al cigarrillo convencional.
Riesgos respiratorios y cognitivos
Además de nicotina, los cigarrillos electrónicos pueden liberar metales pesados, solventes y otros compuestos químicos al calentarse, señaló en un comunicado enviado a LT9.
Su inhalación reiterada provoca irritación de las vías respiratorias, inflamación pulmonar y dificultad para respirar.
En los últimos años, incluso, se registraron lesiones pulmonares graves asociadas al vapeo, un dato que refuerza que “no se trata de un hábito inocuo”.
Desde el punto de vista cognitivo y emocional, los efectos de cigarrillos electrónicos también son significativos.
El Haj advirtió que la nicotina altera la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje, funciones clave durante la adolescencia.
A esto se suman síntomas como ansiedad, irritabilidad y cambios de ánimo vinculados a la abstinencia, que muchos jóvenes describen como una sensación de dependencia constante del dispositivo.
Acceso fácil y desafío preventivo
Aunque la venta de vapeadores está prohibida para menores, el acceso continúa siendo sencillo a través de kioscos, redes sociales y plataformas digitales.
En ese contexto, los especialistas insisten en la importancia del rol preventivo de familias y escuelas.
El diálogo temprano, sin estigmatizar, y la información basada en evidencia científica aparecen como herramientas centrales para anticiparse a la adicción.
Cuando el consumo ya está instalado o genera ansiedad, recomiendan buscar acompañamiento profesional para evitar que el hábito se consolide.
“El vapeo en la adolescencia no es una moda pasajera”, advirtió la especialista.
Sus efectos pueden impactar en la salud respiratoria, emocional y cognitiva de toda una generación, por lo que abordarlo con información clara y acciones coordinadas resulta clave para reducir sus consecuencias.
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