La implosión del MAS con sus peleas intestinas, que en el país vecino devino en un drástico giro político e institucional, derivó en este tramo final de la gestión de Luis Arce en una crisis terminal para el proyecto socialista, que ni siquiera pudo aspirar a competir en la segunda vuelta electoral del pasado domingo.
Actualmente, cuando se transita una muy breve transición debido a que la asunción del nuevo gobierno está prevista para el 8 de noviembre, en el horizonte del próximo período de cinco años aparece como prioridad la necesidad de estabilizar una economía que acusó en cifras concretas, las tensiones institucionales manifestadas desde hace varios años.
Crisis multifactorial
Este año 2025 encontró a Bolivia con una economía maltrecha, con sistemáticos déficits, la temida “estanflación”, caída de las reservas en dólares, una exacerbada dependencia de la exportación de minerales y gas, y sucesivas caídas de la recaudación de impuestos.
A su vez, la deuda externa tuvo un salto significativo durante la gestión Arce, alcanzando un monto similar al 26,8% del Producto Bruto, lo que redundó en la consiguiente suba del riesgo país.
Para mensurar el reto que deberá encarar el nuevo gobierno, basta con citar el último dato difundido por el Instituto Nacional de Estadística, según el cual la economía del país cayó 2,4% en el primer semestre de este año respecto del mismo período de 2024.
Sin tener en cuenta el período extraordinario marcado mundialmente por el problema del coronavirus en 2020, ese nivel de caída económica no se registraba desde el año 1986.
La herencia recibida por el futuro gobierno demócrata – cristiano
Conocido el triunfo de Paz Pereira, conviene revisar la plataforma del Partido Demócrata Cristiano a partir de la cual se llevó adelante la campaña.
En primer lugar, desde el sector que terminó impulsando al próximo presidente, fueron planteadas enfáticas advertencias que trascienden la macroeconomía, algunas de las cuales refieren a una estructura de gobierno muy centralista, crisis judicial, políticas educativas deficientes, dificultades en la salud pública, alarmante avance de la violencia de género y crisis en materia de seguridad.
Sobre el estratégico sector energético, la campaña del presidente electo se fundó sobre la base magra del desplome de la entrega de gas natural, cuyas cifras totales pasaron en la serie histórica de un pico de 62 millones de metros cúbicos a los 24 millones de la actualidad.
Un pre – contrato para afrontar la crisis
De forma sintética, el programa propuesto por el candidato ganador, contempla tres grandes ejes; el primero sobre lo económico y social, el segundo hacia una progresiva reforma del Estado, y un tercero referido al servicio de Justicia.
Respecto de la dimensión económica y social, la plataforma previa al ejercicio del poder propone implementar un plan basado en la redistribución de impuestos, dando participación para el diseño del mismo a las Entidades Territoriales Autónomas y a las Universidades Públicas.
En cuanto a la reforma del Estado, el punto central de la plataforma democristiana impulsa institucionalizar procesos en el sector público reinstaurando la profesionalización y la carrera administrativa.
Y en tercer lugar, sobre la estructura judicial, se plantea de antemano la premisa de realizar una reingeniería de la formación profesional de los abogados, así como la institucionalización del Órgano Judicial y del Tribunal Constitucional Plurinacional.
Festejo breve y discurso moderado
Los resultados dados a conocer el pasado domingo a la noche fueron por un lado sorpresivos por las fallidas encuestas difundidas la semana previa, y muy claros por el otro, como para hacer esperar demasiado a una opinión pública que asistió a un balotaje histórico.
El clima de celebración entre los ganadores se ve matizado por la realidad compleja que marca el escenario del día a día, y por la cercanía del sábado 8 de noviembre, jornada en la cual se producirán el traspaso de mando y el inicio del nuevo gobierno para el período 2025 – 2030.
En el discurso del presidente electo se pudo apreciar un tono marcado tanto por las dificultades que plantea el escenario actual, como por la brevedad del camino que lo conduce al “Palacio Quemado”.
En su mensaje inicial, Paz Pereira dejó entrever de antemano, la proposición de un nuevo gobierno con un giro definido hacia el pragmatismo para afrontar las demandas multisectoriales que no han parado de expresarse en los últimos años.
En ese sentido, viene bien recordar la metáfora utilizada por el ex gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, quien soltara que “se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa”.
En poco más de dos semanas, Rodrigo Paz Pereira traspasará esa frontera que divide la dimensión de las propuestas proselitistas, de las exigencias dadas por el inicio de su mandato.
Y de allí en adelante, deberá enfocarse en procurar las primeras respuestas a múltiples demandas provenientes de toda la sociedad boliviana, más allá del 54% de votantes que el domingo pasado le ha brindado su crédito en las urnas.
