Donde nosotros vemos una pared ella ve un cuadro, o alguna locación para reflejar arte, para dibujar música.
Sus ojos son lentes, sus manos pueden ser un marco, sus dedos miden la distancia como una caja rítmica entre nota y nota.
Todo lo que escribo hoy acá, lo entendí un sábado a la tarde en su casa del barrio Sur. Esa zona de la ciudad que es un quilombo tan mágico como hipnótico. Un rinconcito urbano recostado sobre con un parque que siempre parece a punto de estallar. Un pedacito de ciudad en el que habitan el arte, los bares con sus roscas políticas y sus personajes de siempre, pibes en bici y recuerdos de una vieja Santa Fe enmarcada por museos, iglesias y balcones coloniales.
Por ahí vive la fotógrafa del Rock de Santa Fe
En su casa, siempre de puertas abiertas, hay tiempo para un vino y para esa especie de misa semanal: Picada, Pizza casera hecha por Juan, guitarrista, músico y sobretodo compañero de andanzas y recitales y Cami, su hijo, un Crack de ocho años que entendió todo fundamentalmente lo que significan los rituales del encuentro y de la música. Con el hablamos de futbol, de la Play, y de los súper jugadores europeos que busca para ese juego virtual. Entre charla y charla y como intentando seguir con el hilo de la conversa, medio en broma y bastante en serio le propongo que “compre” a mi crack santotomesino, Mauricio Martínez. Le tiro unos pases, la pelota pica cerca de la cámara de fotos, Ale nos reta, nos reímos y seguimos un poco en la nuestra intentando hacer menos bardo.
Ahí vive Ale, así vive Ale.
En su casa pueden pasar esas cosas bellas que solo suceden en un escenario de Rock o en una trastienda
Un sábado de sobremesa alcanzó par entender un poco más su mundo. Me fui por las ramas, como casi siempre, Madelon, Chano, el indio y alguna anécdota podrida de mis pensiones estudiantiles en Rosario. En ese Ruido de voces, de risas, de vino destapados, pasó lo que tenía que pasar, mientras yo seguía enredado en mis palabras, Ale me freno con la lucidez de lo que saben de verdad:
Juli, córrete del lugar… tengo mucha contra luz.
Ahí entendí todo. Para ella no existe un momento que no sea fotografía. Vive para eso. Su mirada no descansa. Ella ve colores y sombras en las charlas y flashes en los abrazos y lo ordena con onda, para que todo se foto.
Ale no saca foto, ella es foto. Todos los finde la vemos corriendo en patines, de show en show, de lugares oscuros a lugares de mucho brillo, con bandas punk, heavy, de rock and roll, Pop, trap y todo lo que suena. Ella esta con su lente, como en un avión a punto de aterrizar con los flap desplegados para no perder pisada a objetivo, el escenario.
La fotógrafa del Rock de Santa fe hoy es Ale, un lugar difícil, tal vez para ella, pero no para su arte. Ese arte que la cuida todas las noches largas de Rock y flashes.
Gracias Alejandra.
Gracias por reflejar ese rincón de la ciudad donde los encandilados necesitamos buena luz.