La lechería argentina atraviesa uno de sus momentos más complejos. Así lo describió Roberto Perracino, presidente de Meprosafe, quien sostuvo que el año -luego de un inicio alentador- cerró con rentabilidad negativa, aumento de costos y cierre de tambos.
“El año empezó muy bien, con buenos precios y rentabilidad que permitían pensar en invertir. Pero desde mitad de año todo se desmoronó”, explicó. La caída del precio de la leche, sumada al aumento de los costos -especialmente alimentos y combustibles-, empujó al sector a un escenario de quebranto generalizado.
Costos en alza y precios que no acompañan
Perracino precisó que mientras la inflación anual rondó el 30%, la recuperación del precio de la leche fue apenas del 8%. “El combustible, los silos, los picados y los alimentos subieron entre un 25 y un 70 %, pero el precio que cobra el productor no acompañó”, detalló.
Actualmente, el litro de leche se paga entre $470 y $480, con algunos tambos que alcanzan valores superiores por calidad de sólidos. Sin embargo, el dirigente remarcó la enorme brecha con el precio en góndola, donde los productos lácteos superan los $1400.
Ante este escenario, muchos productores recortaron alimentación, frenaron inversiones y paralizaron obras de mejora, medidas que solo permiten “aguantar”, pero no garantizan sostenibilidad a futuro.
Menos tambos y un sistema desordenado
El titular de Meprosafe advirtió que ya se registran cierres de tambos de todos los tamaños y recordó que la Argentina pasó de tener 35 mil tambos en la década del 70 a menos de 9 mil en la actualidad.
“El problema es estructural. Hay informalidad, comercialización en negro y productos adulterados en góndola que generan una sobreoferta ficticia de leche”, señaló.
En ese sentido, reclamó mayor control estatal sobre los productos y una reorganización de toda la cadena láctea, para que el precio sea una consecuencia de un sistema ordenado.
Finalmente, Perracino sostuvo que producir más leche no siempre es la salida: “Muchas veces aumentar producción termina en fundición. Hoy la defensa del productor es ser más eficiente, mejorar la productividad por vaca y cuidar los costos”.
Aunque el presente es crítico, dejó una señal de expectativa, “estamos en medio de la tempestad, pero creo que 2026 puede ser mejor, si se sostienen reglas claras y se ordena la actividad”, concluyó.
