La Comisión Europea aprobó sin condiciones la compra de Dorna Sports, la empresa dueña de MotoGP, por parte de Liberty Media, el conglomerado estadounidense que ya controla la Fórmula 1. El monto de la operación impresiona: unos 4.600 millones de dólares.
Pero más allá de los números, el dato clave es político y estratégico: Europa dijo sí. Y con eso, se termina de dibujar un mapa donde dos de los campeonatos más influyentes del deporte motor quedan bajo el mismo paraguas.
MOTOGP Y FÓRMULA 1: ENEMIGOS HISTÓRICOS, SOCIOS FORZADOS
Durante años, los fanáticos discutieron cuál era la cumbre de la velocidad: ¿MotoGP o F1? ¿Cuatro ruedas o dos? ¿La precisión quirúrgica de la F.1 o la brutalidad visceral del motociclismo? Ahora, esa rivalidad tendrá que acostumbrarse a convivir en la misma oficina central.
El proceso no fue fácil. Bruselas puso la lupa durante meses, temiendo que esta fusión concentrara demasiado poder en la venta de derechos televisivos deportivos. Pero tras analizar el mercado, concluyó que no había riesgos. Según el comunicado oficial, F.1 y MotoGP “no son competidores cercanos” en ese terreno. Traducción: Liberty Media puede quedarse tranquilo. Y los inversores, también.
MOTOGP, LA JOYA QUE LIBERTY QUIERE PULIR (Y EXPRIMIR)

Derek Chang, CEO de Liberty Media, no ocultó su entusiasmo: “MotoGP es un activo premium, con carreras increíbles, fanáticos apasionados y un perfil financiero sólido. Tiene un potencial de crecimiento enorme”, declaró apenas se conoció el visto bueno de la Comisión.
Lo dice quien conoce el negocio. Desde que Liberty compró la F.1 en 2017, transformó un campeonato anquilosado en un fenómeno global. La serie Drive to Survive catapultó la F.1 en mercados como Estados Unidos. Las redes sociales explotaron. Y los circuitos exóticos se multiplicaron. El modelo está claro. La pregunta es si funciona igual con las motos.
EL PODER DE LIBERTY CRECE Y EL MOTORSPORT CAMBIA DE PIEL

La compra de MotoGP no es un hecho aislado. Liberty Media consolida así su dominio en el deporte motor. Controla la F.1, ahora MotoGP, tiene presencia en Fórmula E y vínculos en NASCAR y otras categorías. Y lo hace justo cuando el negocio de los deportes se redefine, con los derechos audiovisuales como principal botín.
Para Europa, la decisión tiene doble filo. Por un lado, evitó frenar un negocio que inyectará miles de millones al ecosistema deportivo. Por el otro, quedó claro que, en términos de poder, Liberty juega en las grandes ligas. Y casi sin rivales.
MOTOGP: ¿MÁS GLOBAL, MENOS AUTÉNTICO?
La incógnita es si esta nueva etapa diluirá la identidad del motociclismo. ¿Veremos a los pilotos convertidos en influencers? ¿Las carreras en circuitos urbanos diseñados para Instagram? ¿La tradición sacrificada en nombre del show? En la F.1, algunos puristas ya se quejan de eso. Pero el rating y los ingresos dicen otra cosa.
Lo cierto es que, guste o no, MotoGP necesitaba aire fresco. Y Liberty tiene el manual, la billetera y la ambición para darle ese empujón.
Lo dice quien conoce el negocio. Desde que Liberty compró la F.1 en 2017, transformó un campeonato anquilosado en un fenómeno global. La serie Drive to Survive catapultó la F.1 en mercados como Estados Unidos. Las redes sociales explotaron. Y los circuitos exóticos se multiplicaron. El modelo está claro. La pregunta es si funciona igual con las motos.
LOS CAMBIOS QUE SE VIENEN
Aunque no hay anuncios oficiales, el manual de Liberty es predecible:
Más carreras fuera de Europa, con especial énfasis en Estados Unidos, Medio Oriente y Asia.
- Mayor producción audiovisual: documentales, series y contenido exclusivo detrás de escena.
- Experiencias para fanáticos, desde acceso virtual a boxes hasta promociones interactivas.
- Sinergias comerciales: sponsors que hoy están en F.1 pueden aterrizar en MotoGP.
Para los puristas, esto suena a amenaza. Temen que MotoGP pierda su autenticidad, su espíritu de paddock clásico, su esencia europea. Pero para las marcas y organizadores, es una oportunidad de oro.
MOTOGP: ¿MÁS GLOBAL, MENOS AUTÉNTICO?
La incógnita es si esta nueva etapa diluirá la identidad del motociclismo. ¿Veremos a los pilotos convertidos en influencers? ¿Las carreras en circuitos urbanos diseñados para Instagram? ¿La tradición sacrificada en nombre del show? En la F.1, algunos puristas ya se quejan de eso. Pero el rating y los ingresos dicen otra cosa.
Lo cierto es que, guste o no, MotoGP necesitaba aire fresco. Y Liberty tiene el manual, la billetera y la ambición para darle ese empujón.
