Hace décadas que los argentinos padecemos los enmarañados sistemas de burocracia del Estado que nos hace la vida imposible y nos cuesta caro. El sistema de Registros Automotores es una fiesta de privilegios políticos que todos conocemos y venimos tolerando. Trámites innecesariamente caros y complejos.
Desde su creación, han crecido como una red de beneficiarios y nepotismo que genera abultadas ganancias en detrimento de todos. Hoy más de 1550 Registros Automotores prestan un servicio público tercerizado, que a través de innumerables formularios y aranceles encarecen injustificadamente los costos de patentamiento y transferencias. Un sistema que en el siglo XXI debería ser totalmente digital, más eficiente y accesible.
Quiero terminar con los registros automotores porque son un curro político, si eliminamos los registros automotores, primero a la gente le hacemos la vida más sencilla. Tenemos un sistema único registral, con una única patente toda tu vida y dejas de pagar arancel de arancel”.
Del mismo modo, el sistema concesionado de la VTV, que anualmente factura 60 millones de dólares, es otro curro en el cual el ciudadano de a pie queda “atrapado sin salida”.