El 17 de noviembre de 2019 quedó marcado en las investigaciones retrospectivas como el día en que un hombre de 55 años presentó síntomas compatibles con un nuevo coronavirus: Covid 19.
Ese registro, reconstruido años después, se considera el primer caso conocido del SARS-CoV-2 y el inicio silencioso de una crisis que transformó por completo a la salud global, la ciencia y la vida cotidiana.
Los primeros grupos de neumonía de origen desconocido fueron detectados oficialmente en diciembre de 2019 en Wuhan y comunicados a la OMS el 31 de ese mes.
Sin embargo, los análisis clínicos posteriores revelaron que el virus ya estaba circulando semanas antes.
Ambas líneas de evidencia conviven y hoy forman parte del rompecabezas científico sobre el origen de la pandemia.
El caso “cero”
Estudios publicados en revistas científicas y revisiones de datos médicos ubican el inicio de síntomas del primer paciente el 17 de noviembre.
Investigaciones como la del biólogo Michael Worobey, divulgada en Science, señalaron además la posible relación del brote inicial con un mercado de Wuhan.
Allí se concentraron los primeros contagios ligados a la fauna comercializada en el lugar.
La OMS mantuvo su primera alerta formal recién cuando China notificó el brote el 31 de diciembre.
Meses después, el 11 de marzo de 2020, la organización declaró la pandemia.
La carrera científica más veloz
Desde entonces, el mundo ingresó en un ritmo inédito.
Distintos actores científicos, políticos y económicos comenzaron a desarrollar pruebas diagnósticas en pocas semanas, e iniciaron y avanzaron en la creación de vacunas en menos de un año.
Mientras tanto, consideraron numerosos tratamientos en evolución permanente y un despliegue global sin precedentes de laboratorios, hospitales y centros de investigación.
La pandemia fue también un laboratorio social: aislamiento, fronteras cerradas, sistemas sanitarios tensados al extremo y cambios que aún hoy se sienten.
