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Menem, entre el amor y el odio

— Pedro Brieger

LUNES 15 DE FEBRERO DE 2021

 Pocas personas de la política argentina han sido tan amadas y odiadas como Carlos Menem en las últimas décadas. Peronista de cuna, asumió la Presidencia de la República en medio de una profunda crisis económica y social en 1989, con el discurso clásico del peronismo de justicia social y distribución de la riqueza. Su estilo caudillesco, montado a caballo y con sus patillas largas, emulaba a Facundo Quiroga, un caudillo del siglo XIX que había luchado desde las provincias contra el incipiente poder central de Buenos Aires. Y claramente le sirvió para que lo identificaran con el peronismo como movimiento popular.

Una vez en el poder, dio un giro de 180 grados y buscó apoyo en los políticos liberales y conservadores que siempre habían combatido al peronismo e incluso entre algunos de los que habían participado en el golpe de Estado de 1955 y la proscripción del peronismo. En el poder, tejió una estrecha alianza con Estados Unidos, que incluyó el simbólico envío de dos fragatas al golfo Pérsico en 1998 para participar en la expulsión de las tropas iraquíes de Kuwait.

Nacido en de La Rioja, sobre la cordillera de los Andes, fue gobernador de esa provincia hasta que el golpe de Estado de 1976 lo destituyó y la dictadura lo encarceló por varios años. Con el retorno de la democracia, volvió a la gobernación hasta que en 1988 decidió participar en la contienda interna del Partido Justicialista, del que siempre había formado parte. Triunfó con un discurso populista y su figura de caudillo provinciano y un año después fue elegido presidente. El peronismo volvía al poder 13 años después de haber sido desalojado por un golpe de Estado. Y Menem se quedó 10 años, entre 1989 y 1999.

Al poco tiempo de asumir la Presidencia, comenzó a privatizar varios de los servicios públicos esenciales, en clara sintonía con los postulados del llamado “Consenso de Washington”, un conjunto de políticas neoliberales que le granjearon la simpatía y el elogio de los organismos financieros internacionales. Pero gran parte del peronismo lo consideró una traición al pensamiento de Juan Domingo Perón.

Para estabilizar la economía, que venía de una hiperinflación, implementó el llamado “Plan de convertibilidad”, que le dio al peso un valor artificial equivalente al dólar. La mayoría de la población respiró después de meses de sufrir por la remarcación de precios de los productos básicos, en ocasiones varias veces en un mismo día.

En el ínterin, el país se desindustrializó y durante su mandato, en 1992 y 1994 Argentina sufrió los dos peores atentados terroristas de su historia, que algunas especulaciones atribuyeron a presuntas represalias por la participación en el golfo Pérsico y la alianza de Menem con el Estado de Israel, siendo él de origen árabe sirio. También se especulaba que había recibido apoyo de Libia y Siria para la campaña que lo llevó a la presidencia en 1989.

Menem se aferró al plan de convertibilidad que le sirvió para lograr la reelección en 1995, pero no pudo impulsar una más en 1999. Después de la gran crisis del año 2001, quiso volver y se presentó como candidato a la presidencia en 2003. Si bien consiguió el 24% de los votos en la primera vuelta, desistió de competir en la segunda contra Néstor Kirchner porque la derrota hubiera sido abrumadora. Su última actividad política fue como senador, y la muerte lo encontró a los 90 años de edad.

EL AUTOR ES COLUMNISTA ESPECIAL DE LT9

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