El joven Iván Ariel Cantarutti fue sentenciado en junio pasado a tres años de prisión efectiva por un caso de lo que se conoce como Crush Fetish, que consistía en ordenar a otras personas a cometer actos de crueldad animal para conseguir placer sexual. 

La novedad ahora es que el hombre de 26 años fue beneficiado con la libertad condicional luego de estar 11 meses preso, pese a la oposición de la fiscal Rosana Marcolín, ya que entendía que condenado no había cumplido con el proceso de resocialización, que tampoco había recibido tratamiento psicológico adecuado y que el informe del Organismo Técnico Criminológico del Servicio Penitenciario daba cuenta que continuaba con un "sesgo de parafilia" a pesar de ser favorable.

Sin embargo, el juez le concedió la libertad condicionada a determinadas conductas muy específicas que Cantarutti deberá cumplir, tales como iniciar un tratamiento psicológico en el plazo de 10 días y no acercarse a ninguna mascota y/o cualquier otro animal. De no cumplir esto, podría regresar a prisión. 

Fuentes del MPA explicaron a LT9 que cualquier pena superior a los 3 años tienen un régimen diferente a las de tres años o menos. En estas últimas se obtiene la libertad condicional automáticamente sin pasar por la etapa de salidas transitorias a partir de los ocho meses de prisión efectiva. 

El caso

La condena había sido impuesta en junio pasado por el juez Gustavo Urdiales en un juicio en el que se abreviaron los procedimientos desarrollado en los tribunales de la ciudad de Santa Fe. El fiscal que investigó lo sucedido y representó al MPA es Omar De Pedro.

“El condenado entregaba dinero a mujeres a cambio de que cometieran actos de crueldad contra animales pequeños mientras él las filmaba”, explicó en aquel momento De Pedro.

Sufrimiento

El fiscal señaló que durante el juicio que “el condenado llevó adelante su accionar delictivo entre 2018 y 2020, período en el que formó parte de una asociación criminal destinada a realizar ‘crush fetish’”. Detalló que “la práctica consiste en provocar sufrimiento o lastimar –sin motivo válido ni autorizado por la ley– a animales de pequeño porte, como cachorros caninos y conejos”.

Precisó que “Cantarutti brindó indicaciones específicas a otras personas sobre cómo utilizar distintas partes de su cuerpo u objetos filosos para aplastar a los animales delante de él”. Al respecto, destacó que “el hombre filmaba las escenas violentas”.

De Pedro planteó que “quienes materializaban la práctica eran mujeres que ofrecían servicios sexuales y tenían conciencia de lo que estaban haciendo”. Asimismo, “el condenado contaba con la colaboración de otra persona que le proveía prendas de vestir para que las agresoras utilizaran en las grabaciones”, agregó.

Responsabilidad penal

Desde el MPA recordaron que “la investigación se inició a raíz de una denuncia radicada por la Asociación contra la Crueldad y Maltrato Animal (ACCMA)”, y subrayó que “la entidad aportó pruebas contundentes de lo ocurrido”.

Por otro lado, aseguró que “el hombre de 26 años asumió su responsabilidad penal por los delitos que le atribuimos desde la Fiscalía”. En tal sentido, informó que fue condenado como autor de los delitos de instigación de actos de crueldad contra animales y asociación ilícita en calidad de miembro”.

De Pedro expresó que “las prácticas crueles en perjuicio de animales conllevan penas de entre un mes y un año de prisión. Sin embargo, a Cantarutti se le impuso una pena de tres años en función de haber integrado esta asociación ilícita”.