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El recuerdo de José Barreto: el tornado de San Justo y el hombre de las antenas

En 1973 la ciudad santafesina de San Justo se vio golpeada por la furia del tornado de mayor intensidad de Sudamérica. En medio de la tragedia, un radioaficionado de esa localidad consiguió contrarrestar buena parte de las consecuencias del fenómeno meteorológico que causó un daño humano y material inusitado.
LUNES 09 DE ENERO DE 2023

José Barreto se interesó por los equipos de radio desde la cuarta década del siglo pasado y recibió su licencia de radioaficionado “LU1FBN” en el año 1953. Rápidamente, sus habilidades como técnico lo llevaron a montar su propio taller de reparación de equipos de comunicación, un lugar al que le gustaba nombrar como  “mi laboratorio” y que aún funciona a cargo de su hijo en calle Urquiza de la ciudad de San Justo.

Como uno de los pioneros de la radioafición en la provincia de Santa Fe, el “Camba” tenía claro que su actividad transcurría a veces como un pasatiempo, contactando a operadores a través de distancias que iban en aumento, y otras como una alternativa de comunicación ante situaciones de emergencia o desastre.




Durante la siesta del 10 de enero de 1973 un tornado catalogado como F5 (la mayor intensidad en la escala Fujita), se llevó la vida de más de 60 personas cuando San Justo tenía alrededor de 12.000 habitantes. El vórtice del fenómeno arrasó un área más o menos rectangular del oeste de la localidad entrando al casco urbano en la intersección de la Ruta Nacional 11 y calle 1º de Mayo.

Repentinamente, la zona más afectada se transformó en un montón de escombros y el calor insoportable previo al tornado dio paso a una sensación de incredulidad e impotencia.




En ese contexto cobró protagonismo la labor de José Barreto, porque si bien la comunicación telefónica no había quedado totalmente interrumpida en toda la ciudad a pesar de los severos daños provocados en la red, la telefonía para larga distancia funcionaba mediante operadora con un ritmo que impedía responder al flujo de contactos que demandaba el dramático momento.

Entonces el “Camba” no dudó en ponerse al servicio de la comunidad sanjustina e inició una tarea de más de una semana casi sin poder dormir, para organizar el pedido de ambulancias, medicamentos, donantes de sangre, víveres y fundamentalmente, poder ubicar el hospital y la ciudad donde iban siendo derivados los heridos.





Desde el día 13 de enero, 48 horas después del suceso, en la vereda del taller de Barreto había hasta cien personas esperando noticias de sus seres queridos. “Yo dormía un rato en un sillón y mi mamá me traía algo para comer” contó José sobre aquella tarea, aclarando que Ivar Fabro y Alberto Rojas, otros dos radioaficionados sanjustinos, se sumaron con sus equipos para facilitar el trabajo.

Cuando pasaron cuatro meses del hecho, el gobierno de la provincia de Santa Fe reconoció la campaña de comunicación emprendida por el “Camba” otorgándole un diploma de “Mención Honorífica por su solidaria y encomiable colaboración”. 

Desde entonces, el transmisor utilizado para esas comunicaciones sirvió como uno de los símbolos del altruismo puesto en práctica por todos los voluntarios que de diferentes formas contribuyeron a sobrellevar una tragedia mayúscula.

En la jerga de los radioaficionados José Barreto no murió, sino que a sus 90 años “apagó filamentos” en octubre de 2019. Y a medio siglo del tornado, su equipo puede estar desconectado de la corriente eléctrica y de la antena, pero sigue encendiendo la memoria sobre una de las tantas acciones solidarias que alentaron la puesta en pie de la ciudad de San Justo.

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