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El Vaticano pronunció su rechazo a la subrogación de vientres y cambio de género

El documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, «Dignitas infinita» fue publicado hoy y presentado en la oficina de Prensa de la Santa Sede, por el cardenal prefecto Víctor Manuel Fernández
LUNES 08 DE ABRIL DE 2024

El esperado documento sobre dignidad humana difundido este lunes, el Vaticano confirmó su doctrina tradicional en temas como el aborto, la eutanasia y el suicidio asistido y la actualizó, al condenar asimismo prácticas actuales como la “deplorable” maternidad subrogada, “que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño”; así como la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital. 

Una novedad del documento del Vaticano es que, junto a los temas bioéticos, en una lista “no exhaustiva” de “violaciones graves de la dignidad humana” enumera las violencias contra las mujeres, los abusos sexuales y temas centrales del pontificado de Francisco como la pobreza, la guerra, la trata de personas y la situación que padecen muchos migrantes. 

“La Iglesia se posiciona en contra de la práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto”, advierte, negro sobre blanco, la Declaración “Dignitas Infinita, sobre la dignidad humana”, que renueva el llamamiento que Francisco hizo en enero pasado para que la comunidad internacional prohíba universalmente esta práctica, también comúnmente llamada de “alquiler de vientres”. 

La Declaración fue elaborada a partir de 2019 por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) y en estos cinco años no sólo tuvo diversos borradores sino, también, un “largo proceso de maduración”, según destaca al principio su autor, el cardenal cordobés Víctor Manuel “Tucho” Fernández. 

Fernández, uno de los hombres más cercanos al Papa, designado al frente de este importante “ministerio” de la Santa Sede que cuida la ortodoxia de la Iglesia en julio pasado, por primera vez apareció al mediodía local en una conferencia de prensa en el Vaticano para presentar “Dignitas Infinita”. 

Cuando se difundió su primer documento, la Declaración “Fiducia supplicans” que permite bendiciones no litúrgicas a parejas homosexuales e irregulares y que creó gran revuelo en la Iglesia, en diciembre pasado, no había habido ninguna presentación del documento. 

Si bien se especulaba con que esta Declaración se centrara en la más que sensible cuestión de la teoría de género, el documento es mucho más amplio. De hecho, en su introducción el cardenal Fernández aclara que fue el papa Francisco, en noviembre pasado, quien le pidió “resaltar en el texto algunas temáticas estrechamente relacionadas con el tema de la dignidad, como por ejemplo el drama de la pobreza, la situación de los emigrantes, las violencias contra las mujeres, la trata de personas, la guerra y otros”. 

Como subrayó Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano, en un artículo en Vatican News, el nuevo documento “apunta a superar la dicotomía existente entre quienes se concentran en modo exclusivo en la defensa de la vida por nacer o morir, olvidándose de muchos otros atentados a la dignidad humana y, al revés, los que se concentran sólo en la defensa de pobres y migrantes olvidando que la vida debe defenderse desde la concepción hasta su muerte natural”.

Alude así, sin mencionarlo, al hecho de que, en muchas partes del mundo occidental hoy se consideran como derechos el aborto (recientemente incluido en la Constitución francesa), el cambio de sexo o la práctica de la maternidad subrogada, legal en los Estados Unidos. 

En las primeras tres partes, la Declaración recuerda los principios fundamentales y los supuestos teóricos de la dignidad “infinita” de todos los seres humanos y advierte de las frecuentes confusiones que se producen en el uso del término “dignidad humana”. 

Subraya, en efecto, muchos malentendidos sobre el concepto de dignidad, que distorsionan su significado. “Algunos proponen que es mejor utilizar la expresión ‘dignidad personal’ (y derechos ‘de la persona’) en lugar de ‘dignidad humana’ (y derechos ‘del hombre’), porque entienden por persona sólo ‘un ser capaz de razonar’. 

Así pues, el niño no nacido no tendría dignidad personal, ni el anciano incapacitado, ni los discapacitados mentales”, advierte. “La Iglesia, por el contrario, insiste en el hecho de que la dignidad de toda persona humana, precisamente porque es intrínseca, permanece ‘más allá de toda circunstancia’, y su reconocimiento no puede depender, en modo alguno, del juicio sobre la capacidad de una persona para comprender y actuar libremente”, recuerda. 

Por otro lado, alerta que “a veces también se abusa del concepto de dignidad humana para justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos, muchos de los cuales suelen ser contrarios a los definidos originalmente y no pocas veces se ponen en contradicción con el derecho fundamental a la vida”. 

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