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Tambo Señora Sofía: ordeñando en las nubes de Tafí

Un emprendimiento familiar, a 10 km de Tafí del Valle, hoy es el tambo más alto del mundo

Tambo Señora Sofia , el más alto del mundo

Buen día, mis queridos lectores de LT9, ¿cómo están?
Para este sábado les tengo preparada una columna que, como tantas otras, nos invita a viajar. Pero esta vez el destino es uno de esos lugares que parecen sacados de un cuadro: el Jardín de la República, nuestra querida Tucumán, y más precisamente Tafí del Valle.

En esta oportunidad nos contactamos con Sebastián Murga, hijo de Sofía y Sebastián, los soñadores detrás de esta empresa familiar que lleva casi 30 años de historia. Todo comenzó con una pizzería y la necesidad de producir su propia mozzarella. En 2006 llegó la oportunidad de comprar un campo en Santiago del Estero, y fue allí donde montaron el tambo y la planta de quesos. Desde ese suelo desafiante lograron la mozzarella que buscaban: la textura justa, la humedad exacta y el sabor que soñaban para sus pizzas.
De esta combinación de tambo y fábrica nació también la cadena de pizzerías del norte argentino: “La Pizzada”.

Pero esta familia es, por esencia, taficeña. Y como Tafí del Valle es un paraíso con paisajes únicos, era cuestión de tiempo para que decidieran proyectar su empresa allí. Como vemos una y otra vez, cuando Sofi y Sebastián tienen un norte, lo alcanzan con trabajo, esfuerzo y convicción. En 2017 dieron un paso enorme: trasladaron la fábrica y el tambo —por entonces de ordeñe convencional— a este imponente valle.

Ya instalados en las alturas, a la mozzarella original se sumaron los quesos de Tafí, que tienen denominación de origen: el primer queso que se hizo en Argentina. También elaboran quesillo, ese que se come con dulce de cayote o con dulce de leche, además de producir dulce de leche, leche entera, leche chocolatada y más.
Todo esto se puede conocer en las visitas guiadas, recorriendo las instalaciones y viviendo el paso a paso: desde la güachera, pasando por el ordeñe, hasta observar cómo se transforman esos litros de leche en productos lácteos artesanales.

Pero todavía no les conté lo más impresionante: es el tambo robotizado más alto del mundo, ubicado a 2800 metros sobre el nivel del mar, en la Ruta Provincial 307, km 74, en la localidad de La Bolsa, Tafí del Valle.

La genética elegida por Doña Sofía es Holando Argentino, con preñez a través de inseminación artificial. En Santiago del Estero tenían su propia cabaña y el objetivo es recrearla en suelo tucumano. Toda la leche producida se transforma en los distintos lácteos que venden en el comercio local, con proyectos de exportación.
Hoy el tambo cuenta con dos robots, cuarenta vacas en ordeñe, ocho empleados y cuatro miembros de la familia trabajando día a día: mamá Sofía, papá Sebastián y dos de los hijos mayores, Sebastián y Sofía. Los más chicos —Candelaria, José María y Gonzalo— todavía están en edad escolar, pero ya comparten la pasión familiar.

Sebastián hijo nos cuenta que el paso de mando de padres a hijos fue una transición muy buena. “La clave fue la capacidad de delegar de mi papá”, nos dice. También destaca la pasión por la empresa, por la raza, por el campo y por la industria. “Obvio que hay algunos roces —dice entre risas—, las empresas familiares son así”. Pero el hilo conductor siempre es el mismo: el trabajo en familia.

Este tambo tucumano tiene un índice de bienestar animal altísimo, reflejo de la forma en que tratan a sus vacas.
Los robots que las ordeñan son VMS (Voluntary Milking System) de DeLaval, donde, como indica el nombre, la vaca se ordeña a voluntad. Para incentivarlas, reciben un alimento diferenciado en el robot. La gran ventaja es justamente esa: la vaca elige cuándo quiere y cuándo necesita ser ordeñada.

Cada vaca lleva un chip que almacena todos sus datos: cantidad de ordeñes, frecuencia, producción, actividad. Una puerta inteligente lee ese chip y decide si la vaca debe ir al robot, al comedero o a la cama. Este sistema trabaja con Inteligencia Artificial, permitiendo incluso anticipar cuántos litros dará la vaca en su próximo ordeñe.

Otro punto clave es la calidad e higiene de la leche. Cada litro que pasa por el robot es analizado en tiempo real. Si detecta leche de baja calidad, con alteraciones, o que no cumple con los estándares de Señora Sofía, ese litro no va al tanque de frío: se deriva a otro destino. El sistema también detecta mastitis o caídas de producción con precisión quirúrgica.

Cuando el chip indica que la vaca debe ser ordeñada, entra al box y un brazo robotizado realiza todo el proceso. Una cámara láser detecta los pezones y coloca cada pezonera. A diferencia del ordeñe tradicional, cada cuarto se mide por separado, con su propia cañería, lo que permite identificar problemas específicos, como un cuarto con mastitis.
Este nivel de información transforma por completo el rol del operario, que pasa de trabajar en la fosa a convertirse en analista de datos, tomando decisiones basadas en información precisa y actualizada. Generando una mejor calidad de vida para los trabajadores.

Hoy, a solo ocho años de haber tomado aquella gran decisión de trasladar toda su empresa a Tafí, ya están produciendo el 30% de su capacidad, con 50 vacas en ordeñe, y tienen proyectado alcanzar el 100% en aproximadamente 20 meses. Un desafío enorme que, sin dudas, van a lograr.

Bueno, mis queridos lectores, espero que esta historia les haya resultado tan fascinante como a mí. Es una empresa digna de conocer y, por supuesto, de visitar.
Agradezco profundamente a la familia Murga por su tiempo, por la entrevista y por abrirme las puertas de su pasión: la producción láctea robotizada en las nubes de Tafí y la maravillosa transformación de este oro blanco en productos que honran la tradición.

Los espero el próximo sábado para seguir aprendiendo junto a Henri Vicentin sobre los números de las diferentes actividades agropecuari

Autor

  • Catalina Juliá

    Ingeniera Agrónoma, nacida en María Juana, pero desde hace 14 años vivo en San Justo, lugar que hoy siento como propio porque formé mi familia y también me desarrollé como profesional. Mi cercanía con el campo empezó desde muy chica. Vengo de una familia con raíces profundas en la actividad agrícola tambera, iniciada por mi abuelo, que llegó desde España.

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