Mientras el calendario avanza hacia el 2026, la política argentina entra en una etapa de reacomodamiento silencioso, negociaciones subterráneas y definiciones estratégicas, que todavía no se dicen en voz alta pero ya ordenan conductas. En este escenario, Santa Fe vuelve a ocupar un lugar clave en la escena nacional, especialmente por su vínculo, cada vez más observado, con el gobierno de Milei.
Un año bisagra y la rosca política que no se toma vacaciones. Aunque el 2026, no es un año electoral, funciona como año bisagra, define alianzas, rompe “sociedades incómodas” y deja en evidencia quiénes apuestan a la confrontación y aquellos que prefieren la supervivencia política. En esto Santa Fe no es la excepción.
El Gobierno Nacional, con una estructura que sigue sostenida por la fuerte centralidad presidencial, obliga a los gobernadores a tomar posiciones, no hay demasiados grises, acompañar, negociar o resistir.
En este mapa, nuestra provincia, juega con una ventaja que pocos tienen: peso productivo, densidad política y volumen legislativo, no solo es clave por su economía, sino porque cualquier acuerdo o conflicto con “la Rosada” tiene impacto inmediato en lo que tanto se necesita, rutas, puertos, obras, seguridad y coparticipación.
La dirigencia santafesina parece moverse por ahora, bajo una lógica pragmática, evitar el choque frontal con Javier Milei, pero tampoco alinearse sin condiciones. La estrategia es clara: defender intereses propios, negociar recursos, aun cuando eso implique tensiones internas entre “socios” y espacios que miran con distinto entusiasmo al presidente.
Santa Fe, es hasta ahora un actor difícil de encasillar, no es aliada automática, ni opositora cerrada, su decisión es acompañar algunas reformas, resistir otras, negociar en bloque o en soledad, y podría convertirse en un precedente para otras provincias.
Lo que viene: silencios que dicen más que discursos
A pocos días de arrancar el 2026, la política se mueve más en gestos que en anuncios, reuniones reservadas, mensajes cruzados, votos estratégicos, silencios calculados, marcan una etapa donde la rosca vale tanto como las decisiones y la palabra pública.
La pregunta no es solo qué hará el Gobernador Pullaro frente a Milei, sino cuándo y cómo lo hará, porque en la Argentina que viene, cada decisión provincial empieza a tener lectura nacional, y Santa Fe está en el centro del tablero.






















