Hola, mis queridos lectores de LT9. ¿Cómo están? Espero que muy bien. Hoy tengo la alegría de compartirles una columna muy especial, porque trae consigo un recuerdo de mi infancia.
Cuando, en la verdulería de mi pueblo, se exponían los primeros cajones de frutillas. Íbamos con mi mamá a buscar el primer kilo del año, las poníamos en remojo para luego cortarlas y, aunque a muchos les parezca demasiado, les poníamos azúcar y las guardábamos en la heladera, mientras preparábamos el toque especial de crema chantilly. Hoy esa ceremonia la comparto con mi hija Sara, y la disfrutamos en familia.
Como siempre les digo, no hay que saber todo, sino tener el número del que sabe. En esta oportunidad, nos vamos cerquita de la capital santafesina para conocer y escuchar a dos ingenieros agrónomos —y compañeros de vida—: Cristian Pernuzzi y María del Huerto Sordo. Ellos son los expertos y protagonistas de este sábado, y nos van a contar todo lo que saben. ¡Acompáñenme a leerlos!
Un poco de historia
La frutilla que consumimos hoy, la Fragaria x ananassa, no existía tal cual hace unos siglos. Fue el resultado del cruce entre especies americanas que crecían en América del Norte (Fragaria virginiana) y en Chile (Fragaria chiloensis). El resultado de este cruzamineto fue una planta con las mejores características de ambas: rusticidad, sabor intenso y buen tamaño de fruto. Este híbrido interespecífico constituye hoy en día la especie de frutilla de mayor importancia comercial y la más ampliamente cultivada a nivel mundial.
En territorio corondino, a pocos kilómetros de Santa Fe capital, se dio origen a una pionera producción de frutilla que, según la reconocida investigadora en historia Alcira Marioni Berra, comenzó en 1919. “Estamos a 106 años de la primera plantación de frutillas en Coronda”.
Con el tiempo, esta actividad productiva no solo se consolidó como fuente de vida y progreso, sino que también logró que la frutilla ocupe un lugar destacado, convirtiéndose en un símbolo de la economía y la productividad de la región.
Detrás de cada frutilla hay mucho más que una fruta fresca: está el trabajo del productor frutillero, heredado y transmitido entre generaciones, y el esfuerzo constante de hombres y mujeres que, con dedicación, hacen posible su producción. Es una labor que exige conocimiento, precisión y esmero, desde la preparación del suelo y la plantación hasta su cuidado y cosecha. Gracias a ese compromiso, la frutilla de Coronda se ha convertido en un verdadero símbolo de identidad productiva y cultural para Santa Fe.
Producción en Argentina y en Santa Fe
En nuestro país, la frutilla ocupa unas 2.000 hectáreas, con una producción cercana a las 50.000 toneladas anuales. Y aquí aparece Coronda, que concentra unas 320 hectáreas productivas y se ha convertido en sinónimo de frutilla.
La mitad de esa producción se destina al mercado fresco, llegando a cada rincón de nuestro país. La otra mitad se industrializa en productos como congelados, mermeladas, pulpas y dulces.
Coronda es tradición frutillera con una rica histórica que abarca más de cien años cosechando y produciendo con la mejor calidad y tecnología aplicada al agro. Abastecemos a nuestro país con el 47% fruta fresca, en mercados como Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza entre otras provincias. Además contamos con más de 15 industrias que elaboran productos derivados, pulpas, mermeladas, cócteles, almíbares, alfajores, etc
En las últimas décadas, los productores incorporaron tecnologías modernas —nuevas variedades, macrotúneles, fertirriego, desinfección de suelos y cultivo sin suelo— que permitieron:
- Ampliar la temporada de cosecha, desde fines de mayo hasta fines de diciembre.
- Proteger el cultivo de factores climáticos.
- Mejorar la calidad del fruto.
- Avanzar hacia un manejo más sustentable, cuidando al consumidor y al trabajador.
Propiedades nutricionales
La frutilla es mucho más que un sabor dulce:
- Tiene bajo valor calórico y altísimo contenido de agua y fibra, lo que la hace ideal para dietas equilibradas.
- Es fuente de hierro y ácido fólico, fundamentales durante el embarazo.
- Y atención: una porción de 10 a 12 frutillas cubre el requerimiento diario de vitamina C, incluso más que una naranja.
Además, sus pigmentos rojos —las antocianinas— son potentes antioxidantes que ayudan a prevenir el envejecimiento celular y enfermedades cardiovasculares.
Consumo: un desafío pendiente
A pesar de todos estos beneficios, en Argentina el consumo de frutilla es muy bajo: apenas 165 gramos por persona al año. Para comparar, en Europa ronda el kilo y en Estados Unidos supera los 3 kilos por habitante al año.
Esto abre una pregunta interesante: ¿no deberíamos aprovechar más este cultivo que tenemos tan cerca, que es saludable y que además forma parte de nuestra identidad?
De nuestra provincia a tu mesa
La próxima vez que veamos una bandejita de frutillas en la verdulería, o que pasemos por Coronda en plena temporada, recordemos que detrás de cada fruta hay historia, trabajo de familias productoras y un alimento lleno de beneficios para la salud.
Quizás, entre todos, podamos darle a la frutilla el lugar que se merece en nuestra mesa y en nuestra provincia.
Agradecimientos
Queremos agradecer profundamente el valioso tiempo que nos brindaron:
Ing. Agr. Cristian Pernuzzi
Asesor Privado, Coronda.
Docente, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional del Litoral.
Ing. Agr. Esp. Cultivos Intensivos María del Huerto Sordo
AER INTA Monte Vera – OIT Coronda.
Espero que, al igual que a mí, esta columna los haya trasladado a hermosos recuerdos de momentos y sabores, así como también a un sentimiento de orgullo provincial y nacional.
Los espero el próximo sábado para seguir conociendo más del campo argentino.