Con la salida de Papandrea y la empresa Aysa dentro de la órbita de la Jefatura de Gabinete, Posse, desde el lunes comenzó a enviar los telegramas de despido.
En conversaciones con la parte sindical, ya está sobre la mesa, la posibilidad de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas que hasta ahora no se pudieron negociar.
Es un viaje a los años 90, la empresa ya pasó por esta etapa y José Luis Lingeri conoce perfectamente lo que viene, es por ello que ya anunció un paro total.
La planta actual de la empresa es de unos 7.800 empleados. Fuentes con injerencia en el sector sostienen que los mil despidos que el Gobierno tendría en carpeta apuntan a personal que entró a AySA en 2017, cuando se traspasó a la empresa el servicio de agua de nueve distritos bonaerenses que hasta ese momento estaban bajo la órbita de Aguas Bonaerenses, la empresa de aguas provincial.
En las semanas anteriores hubo una reducción de dos mil contratos indirectos de trabajadores de cooperativas gestionadas por intendencias o por la propia Aysa para planes de agua y cloacas con financiamiento de Banco Mundial y FonPlata, en el marco de la parálisis de obras públicas que instauró Milei.
El Plan Motosierra recién comienza y en estas semanas se conocieron 50 despidos en ENACOM, que se suman a los 700 de Télam y los 200 de Aysa.
En alerta los gremios adheridos a la CGT estudian otro paro general.
