Había una vez un pibe cantando. Cantando fuerte, con el cuerpo entero, con los hombros, con la mirada perdida en el escenario como si cada verso le recorriera el alma. Ese pibe era Eric, y aunque él no lo sabía, alguien lo estaba filmando. Minutos después, ese video iba a recorrer las redes y conmover a miles de ricoteros.
Pero la historia de Eric empieza mucho antes.
Al año y medio de vida le diagnosticaron síndrome urémico hemolítico. Sus riñones empezaron a fallar y la vida de ese bebé quedo en medio de médicos, internaciones, tratamientos y rezos.
Con el tiempo, su cuerpo creció pero los riñones ya no podían acompañarlo. A los 9 años entró en diálisis y comenzó la espera de un trasplante.
Su mamá era compatible y todo estaba listo para que fuera ella. Pero de manera inesperada una llamada a las cuatro de la mañana trajó la noticia que tanto esperaban: había un donante. Una familia había dicho “sí”. Ese “sí” que a veces se pronuncia con dolor, pero que multiplica la vida en otros.
A Eric lo trasladaron en avión hasta Buenos Aires. Horas después, salía del quirófano con un nuevo riñón y una segunda oportunidad.
“Había una vez”, una vida entera en una canción
Veinticinco años después, Eric entró por primera vez a un recital de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. El Indio no estaba en escena pero estaba en el aire, en las voces, en los abrazos y también en él.
Cuando empezó “Había una vez”, algo se abrió. Cantó como si volviera a tener nueve años, como si la vida le pasara por detrás de cada palabra. El video nos resulto hasta divertido por esa manera tan pasional de vivirla, sin conocer que se trataba de alguien que sabe de cerca lo que significa tener otra oportunidad.
La historia de Eric tiene una vuelta más. Años después de su transplante su mamá enfermó de los riñones. Pasó siete años en diálisis, pero esta vez, el donante no llegó a tiempo.
Por eso él insiste, emocionado, cada vez que puede que “ser donante salva vidas. Yo estoy acá por ese ‘sí’”.
El viral sólo mostró a un pibe cantando. La historia detrás nos moviliza, nos conmueve, porque a veces una canción no es sólo una canción: es la memoria viva de haber vuelto a nacer.
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