La ministra Bullrich anunció a través de su cuenta oficial de X la apertura de la “Carrera de Investigador del Delito para Profesionales” destinada a graduados universitarios que quieran incorporarse al DFI-PFA.
Los aspirantes deben cumplir requisitos como: ciudadanía argentina, título universitario (licenciatura o tecnicatura), y tener hasta 40 años (aunque se evaluarán casos excepcionales por experiencia).
Se priorizan carreras vinculadas a ingeniería, contabilidad forense, sistemas, ciencias forenses, informática, ciberseguridad y ciencias exactas.
El programa incluye un entrenamiento intensivo de nueve meses en investigación criminal, tecnología y práctica policial, tras lo cual el egresado ingresa al escalafón de Subinspector.
Se trata de una iniciativa que forma parte de la reforma estructural de la Policía Federal, con el objetivo de convertirla en una fuerza especializada en investigar delitos federales complejos y desarticular organizaciones criminales.
La carga simbólica de la imagen
El afiche que acompañó la convocatoria presenta a la ministra Bullrich en pose de señalamiento directo al espectador, en una clara evocación de los carteles de reclutamiento del histórico personaje estadounidense conocido como el Tío Sam, durante la Primera Guerra Mundial.
Este recurso visual no es ingenuo: remite a un estilo propaganda militar clásica, donde “vos sos el elegido” para sumarse al servicio estatal. En este contexto, la PFA-DFI busca proyectarse como una fuerza renovada, profesional y técnica, y el afiche pretende comunicar urgencia, dirección y propósito.
Sin embargo, la utilización de esa estética también plantea preguntas simbólicas: ¿Qué tipo de imagen institucional quiere transmitir el Estado respecto de la policía investigativa? ¿Busca la exaltación patriótica, la confianza técnica o el reclutamiento masivo? ¿Y qué repercusiones tiene invocar el icono del Tío Sam en el marco de una fuerza federal argentina reformada?.
En definitiva, la campaña visual apunta a captar la atención, pero al mismo tiempo abre el debate sobre la relación entre el Estado, el ciudadano-investigador y la representación simbólica del poder.
Con esta combinación de convocatoria técnica para profesionales y una campaña visual cargada de simbolismo histórico, el Gobierno lanza un nuevo capítulo para la PFA: asumir un rol más especializado, pero también bajo una puesta en escena que mezcla reclutamiento, modernización y estética militarizada.
