A las 3:17 de la madrugada de este jueves, un Boeing 767-300 de la empresa Omni Air International fletado por Estados Unidos, aterrizó en Ezeiza con 10 ciudadanos argentinos deportados.
Los pasajeros ingresaron por la terminal privada y se reencontraron con sus familiares de manera paulatina, algunos con valijas y otros con sus pertenencias guardadas en bolsas.
Uno de los deportados, un joven de 25 años capturado en San Antonio, Texas, relató que el trato recibido durante el proceso fue “todo en orden, como debe ser”. Además, explicó que no podrá regresar a Estados Unidos por un lapso de cinco años y destacó que su motivación era “el sueño americano”. Según fuentes diplomáticas, aunque cinco de los pasajeros no cuentan con antecedentes penales, la deportación responde a una decisión unilateral del Gobierno estadounidense.
El vuelo había partido el miércoles desde el aeropuerto Perot Field Fort Worth Alliance, Texas, hizo escalas en Luisiana y Bogotá, y finalmente arribó a Ezeiza pasadas las 3 de la madrugada. La Policía Federal Argentina y la Policía de Seguridad Aeroportuaria estuvieron presentes en el aeropuerto, aunque no se requirieron procedimientos especiales de seguridad.
El embajador argentino en Estados Unidos, Alejandro Oxenford, relativizó el impacto de la deportación y señaló que el número de argentinos afectados es marginal en comparación con otros países sudamericanos. “Estamos hablando de un caso aislado dentro de un millón y pico de personas alcanzadas por las medidas de Estados Unidos”, aseguró.
En el contexto regional, los vuelos de deportación de Estados Unidos son frecuentes y buscan repatriar a ciudadanos que ingresaron ilegalmente o que violaron la legislación local, con operativos casi semanales en Brasil y otros países sudamericanos. Argentina se encuentra entre los países con menos casos de deportación, según indicó Oxenford.