La Semana Mundial de la Lactancia Materna es una iniciativa internacional que desde 1990 reúne a más de 120 países en la promoción y protección del amamantamiento como un derecho fundamental de madres e hijos. La campaña, impulsada por organismos sanitarios globales, busca poner en valor esta práctica ancestral y sus beneficios en la salud pública.
Cada año, la semana se organiza en torno a un lema que orienta las acciones de concientización. Uno de los ejes más importantes ha sido la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (IHAN), que propone evaluar y mejorar la calidad del acompañamiento que reciben las mujeres en hospitales y centros de salud durante el parto y el puerperio.
La necesidad de visibilizar y fomentar la lactancia materna surgió con fuerza durante la década del 70, cuando la expansión del mercado de sucedáneos —productos artificiales que reemplazan parcial o totalmente la leche materna— comenzó a incidir negativamente en los índices de amamantamiento en varias regiones del mundo.
Ante esta situación, la comunidad internacional desarrolló una serie de medidas para frenar la publicidad indiscriminada de estas fórmulas y garantizar que las madres pudieran tomar decisiones informadas. En 1981 se estableció un código internacional que regula la comercialización de estos productos, con el objetivo de proteger la lactancia natural frente a intereses comerciales. Argentina se encuentra entre los países que adoptaron este código como marco regulatorio.
La historia y la cultura dan cuenta del valor simbólico y funcional de la lactancia. Desde las antiguas civilizaciones hasta las culturas precolombinas, el acto de amamantar ha sido entendido como parte esencial del cuidado y la crianza. No obstante, las transformaciones sociales y económicas, sumadas a la influencia del mercado, han puesto en riesgo su continuidad.
Actualmente, las políticas sanitarias globales reconocen la lactancia materna como una herramienta clave para el desarrollo infantil, la prevención de enfermedades y el fortalecimiento del vínculo afectivo. Lejos de ser una costumbre del pasado, se reafirma como una práctica insustituible que combina nutrición, inmunidad y contención emocional.
