La concurrencia a las elecciones legislativas nacionales del próximo domingo 26 de octubre podría marcar un nivel histórico de ausentismo desde el regreso de la democracia. Según un informe del Observatorio de Calidad Institucional (OCI) de la Universidad Austral, se estima que apenas el 65% del padrón acudirá a votar, lo que representa un 35% de abstención, la cifra más alta registrada desde 1985.
El estudio, elaborado por Marcelo Bermolén, analiza diez elecciones provinciales desdobladas durante 2025, que promediaron un 59,37% de participación. En distritos como Chaco, Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires, uno de cada dos electores habilitados no votó, reflejando una tendencia creciente de desinterés y desaprobación hacia los espacios políticos tradicionales.
En Santa Fe, la participación en las elecciones provinciales de 2025 ya fue inferior al promedio proyectado. En las Primarias de abril, votó el 55% del padrón, y en los comicios de junio, el 52%. En Rosario, los registros fueron aún más bajos: 53,6% en abril y 49% en las elecciones de concejales. Esto representa una caída de más de 24 puntos respecto a los comicios de 2015, cuando la asistencia alcanzó el 72,9%.
El informe también destaca la denominada “regla del castigo” a los oficialismos en elecciones de medio término: históricamente, los gobiernos en ejercicio pierden votos respecto a la elección presidencial anterior. Solo en dos ocasiones, Néstor Kirchner en 2005 y Mauricio Macri en 2017, se logró revertir esta tendencia. En promedio, los oficialismos pierden cerca de 13,8 puntos porcentuales, lo que puede traducirse en cambios significativos en la composición legislativa.
Para Bermolén, la combinación de baja participación y un eventual voto de desaprobación hacia los gobiernos de turno podría marcar la pauta del próximo ciclo político. “Las elecciones de medio término funcionan como un plebiscito del rumbo de un gobierno. La clave estará en saber si el oficialismo logra amortiguar el castigo o convertirlo en una ratificación”, señala el documento.
En este contexto, los especialistas advierten que un nivel de asistencia superior al 60% en Santa Fe y Rosario podría considerarse un resultado esperanzador, mientras que cualquier cifra inferior reforzaría la tendencia de desafección que atraviesa a la política argentina desde hace más de una década.
























