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Mi historia

— Tuny Kolmann

SÁBADO 06 DE JUNIO DE 2020

No estudié periodismo, no me formé como periodista, pero....

    La historia es así. Yo era un militante del Movimiento al Socialismo (MAS), exiliado durante la dictadura. Cuando volví a la Argentina, en 1984, le insistí a los dirigentes del partido en que había que tener presencia en los medios de comunicación. No había ninguna tradición en ese momento de la izquierda interviniendo en televisión, radio y diarios. Me miraron con cierto recelo, pero al final aceptaron: yo debía ocuparme de conseguir espacios para Luis Zamora, nuestra figura pública. Y lo cierto es que fue un boom: Zamora, un ser humano extraordinario, tímido y reacio a los medios (aunque no lo crean), fue una gran punta de lanza para difundir las ideas del MAS. Así llegó a ser, en 1989, el primer diputado trotskista argentino.

   Pero en 1990 cayó el Muro de Berlín. Mi reflexión en ese momento fue que yo no podía seguir, con la misma convicción, impulsando la dictadura del proletariado y la socialización de los medios de producción, que --según mi óptica-- no daban ya como modelo. De manera que di un paso al costado. 

   Como conocía los medios muy de cerca por mi trabajo como responsable de prensa del MAS, fui a pedir trabajo a Página/12, el diario que sintonizaba más con mis ideas: igualitarismo, defensa de los trabajadores, ecología, derechos humanos, lucha contra las dictaduras, no alineamiento con Estados Unidos. Ellos, por supuesto, me conocían bien, pero al mismo tiempo desconfiaban de mi "adoctrinamiento". Hablé con Jorge Lanata, entonces director; con Ernesto Tiffenberg, subdirector, y José María Pasquini Durán, jefe de redacción. Me pusieron a prueba nueve meses, sin goce de sueldo. Y así empecé. 

    Recuerdo como hoy las palabras de Tiffenberg, seguramente el mayor periodista del país: "no importa que no hayas estudiado. Lo que necesitamos es pasión. Lo demás se aprende". Y creo que ahí está la clave. Porque yo no era --ni soy-- gran cosa redactando. Estoy a millones de kilómetros de distancia, por ejemplo, de Sandra Russo. Si ella y yo vamos a una conferencia de prensa, es posible que yo precise muy bien la línea política y las implicancias desarrolladas por el expositor. Pero Sandra hará una historia de ese evento, escribirá un relato delicioso, emocionante. La envidio. 

    Y con esto no quiero exhibir falsa modestia. No, de ninguna manera. Yo soy muy bueno para juntar información, para investigar. Lo que quiero decir, como corolario, son tres cosas:

1.- El periodismo no es uno solo. Está el que puede ser bueno para una cosa y el que puede rendir en otro aspecto. Hay que encontrar el lugar.

2.- Sea cual sea tu posible especialidad, la clave es la pasión, la garra. Casi todo lo demás se aprende.

3.- Todo el trasfondo, hagas lo que hagas, tiene que ser tu mirada de la vida: la equidad, estar del lado de los humildes, de los trabajadores, la defensa del planeta, la igualdad de las mujeres y los hombres, la honestidad. No soy Corea del Centro: pelearé contra la corrupción, sea quien sea el corrupto. Pero no abandono mi óptica de mirar quién está por la igualdad y quién por favorecer a los más ricos. 

    No termino con frases hechas en las que no creo, como "el trabajo más lindo del mundo" y similares. No, todo lo contrario. Redondearía diciendo "ojo con la pedantería, ojo con creernos los dueños del mundo y de la razón". Como diría José Luis Chilavert: no le ganamos a nadie. Seamos humildes, porque hoy por hoy opinamos de todo y sabemos muy poco. 

*Especial para LT9. El autor es periodista. Actualmente trabaja en Página/12, Canal 9, C5N y Radio 10.

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