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Ubicado en el corazón del barrio porteño de Parque Patricios, el Hospital Garrahan -emblema de la salud pública y pediátrica argentina- atraviesa una de las peores crisis de su historia.
Fundado hace 38 años como centro de referencia nacional, con atención gratuita y de altísima complejidad, hoy sus trabajadores denuncian un proceso de vaciamiento silencioso, con consecuencias que, según advierten, afectarán no solo a quienes trabajan allí, sino también a miles de niños y familias de todo el país que dependen de su funcionamiento.
En exclusivo por la Nueva Nueve, Gastón Linaldelli, médico pediatra residente en el Garrahan compartió detalles del reclamó y pidió el apoyo de toda la sociedad para defender un modelo de salud pública que beneficia a miles de niños y niñas de toda la Argentina.
"El Hospital Garrahan está recibiendo un tiro directo al corazón y ya estamos desangrando", dijo Gastón como radiografía explicita de la situación actual. Las denuncias son claras: bajos salarios, jornadas extenuantes, falta de insumos y ausencia total de diálogo por parte del Ministerio de Salud de la Nación.
La crisis no se limita al plano salarial, sin embargo, los números son alarmantes: "Un residente de primer año gana 800 mil pesos mensuales, es decir, unos 3 mil pesos la hora. Trabajamos más de 160 horas semanales, con 5 o 6 guardias de 24 horas al mes. Es una vida completamente sacrificada, insostenible", detalló Gastón.
A este escenario se suma la falta de insumos y el deterioro de la infraestructura que agravan el panorama. En el área de emergencias, donde se atienden más de 300 pacientes diarios, apenas hay siete consultorios disponibles, y el espacio físico no alcanza," no pueden pasar dos personas al mismo tiempo" advirtió
La precariedad es tal que, quienes deberían estar en pleno proceso de formación profesional, se ven obligados a dejar la carrera, emigrar o buscar otros trabajos para complementar ingresos. El problema no es nuevo, pero la falta de diálogo con el Gobierno Nacional -del que depende administrativamente el hospital- profundizó el conflicto. "Pedimos reuniones con la dirección del hospital, con el ministro de Salud Mario Lugones, pero no hay diálogo. Nos dicen que entienden la situación, pero que desde Casa Rosada no van a largar un mango" denunció Gastón.
La falta de voluntad política para resolver el conflicto no solo genera frustración, sino que pone en riesgo la continuidad del sistema de salud pública de alta complejidad. "Yo elegí formarme en el Garrahan porque es un hospital de excelencia, con los casos más complejos. Pero nadie va a querer quedarse con estas condiciones. En septiembre ingresan nuevos residentes, ¿Quién se va a anotar ganando 800 mil pesos por mes cuando un monoambiente cuesta 600 mil?" se lamentó.
Los datos son contundentes más de 160 profesionales de salud abandonaron el hospital solo en el último año. La fuga de talento no se detiene, y los sectores más comprometidos como emergencias, terapia intensiva y oncología pediátrica, lo sienten de inmediato.
"Perdimos médicos admirables por cuestiones salariales, se están yendo porque no pueden vivir dignamente. Lo que se pierde es una institución que formó generaciones enteras de profesionales y salvó miles de vidas"
Además, se reportan restricciones en la entrega de medicamentos, especialmente aquellos que las familias no pueden costear por fuera del hospital. La planificación para ampliar la guardia, vigente desde hace años, quedó paralizada. Lo que debería ser un modelo de salud pediátrica está siendo lentamente desmantelado.
"El Garrahan no es solo un hospital, es un modelo de atención que beneficia a todo el país. Necesitamos que la sociedad entienda que lo están vaciando y que sin apoyo, esto se cae" concluyó Gastón.