Colón cierra un año para el olvido con un golpe histórico y doloroso. La derrota ante Defensores de Belgrano no solo significó la eliminación de la Copa Argentina, sino que, por primera vez en su historia, el club queda fuera de la edición 2026 del certamen nacional. Además, la derrota dejó al Sabalero sin chances matemáticas de regresar a la Primera División, incluso cuando todavía restan cinco fechas por jugarse. Lo que hace apenas unos años era impensable hoy se convirtió en una dura realidad: un club que celebró la gloria y las finales internacionales, que llenó estadios y movió multitudes, hoy transita uno de los capítulos más complejos de sus 120 años.
La crisis deportiva de Colón no surge de la nada. A lo largo de la temporada, el club atravesó tres cambios de entrenadores y un interinato a cargo de Martín Minella, sin que ninguno lograra revertir la mala racha ni darle un rumbo definido al equipo. La inestabilidad en el banco de suplentes refleja un problema más profundo: la falta de un proyecto claro que sostenga al club a mediano y largo plazo. La combinación de resultados adversos y decisiones improvisadas generó un cóctel explosivo que hoy pone a Colón en una situación que ni los más pesimistas hubiesen imaginado: fuera de la Copa Argentina, sin chances de ascender y con la amenaza latente del descenso a la B Metropolitana rondando a tan solo 9 puntos de distancia.
El golpe institucional también es profundo. Se aproximan elecciones y vuelve a aparecer el nombre de José Vignatti, el presidente que llevó al club a tocar la gloria por primera vez, pero que también es señalado por algunos como responsable de la caída que hoy atraviesa la institución. Su gestión simboliza la dualidad que puede tener la historia de un club: alcanzar la cima no garantiza que la base esté sólidamente construida. La gloria reciente de Colón, sus finales internacionales y los miles de hinchas que acompañaron al equipo –más de 40 mil en Paraguay– parecen hoy un recuerdo distante frente a la necesidad urgente de rearmar estructuras y generar un proyecto serio y sostenible.
El año que termina deja una lección clara: la historia de Colón demuestra que los momentos de alegría y éxito no pueden sostenerse únicamente con pasión y esfuerzo individual; requieren planificación, visión y consistencia. 2025 será recordado como un año para olvidar, pero también como un llamado de atención: es momento de cerrar ciclos, aprender de los errores y mirar hacia un futuro donde los objetivos vuelvan a ser claros y alcanzables. La gente de Colón, que tantas veces se levantó con el club en la cima, será nuevamente la protagonista de un proceso de reconstrucción que tendrá que combinar pasión, paciencia y estrategia. Solo así, con una base sólida, el Sabalero podrá recuperar el rumbo y aspirar a nuevas glorias, dejando atrás un año que quedará marcado por la frustración y la impotencia.
Colón necesita empezar de cero, pero con memoria: recordar lo que fue, aprender de lo que pasó y proyectar un futuro donde la pasión de su gente vuelva a traducirse en resultados dentro y fuera del campo. Si algo demuestra este 2025 es que, incluso en los peores momentos, la historia y el amor por el club son el motor que puede levantarlo nuevamente. El desafío está planteado y el tiempo de las excusas ha terminado.
