Unión vive días de alegría tras la contundente victoria por 3-0 frente a Defensa y Justicia, y buena parte de ese festejo lleva el sello de Matías Tagliamonte. El arquero santafesino volvió a ser figura, tapó un penal decisivo a Abiel Osorio y reafirmó por qué se ha convertido en uno de los nombres más importantes del plantel.
El ex Racing y Atlético Rafaela atraviesa un presente brillante. Su rendimiento no solo le dio al Tatengue la tranquilidad de asegurar la permanencia y meterse en la pelea por la clasificación, sino que además lo posiciona como uno de los mejores especialistas en penales del fútbol argentino actual.
Los números hablan por sí solos: de los 13 penales que enfrentó en su carrera, Tagliamonte contuvo cinco y solo siete terminaron en gol. A eso se suma uno que el ejecutante falló, lo que deja al arquero con una efectividad superior al 38%, un registro que pocos pueden ostentar.
Su recorrido muestra una evolución constante. Debutó en Atlético Rafaela, donde comenzó a forjar su personalidad bajo los tres palos. En Tigre consiguió su primera gran atajada desde los doce pasos y, tras su paso por Gimnasia de Mendoza y Racing, encontró en Unión el lugar ideal para mostrar su madurez y liderazgo.
El 2025 marcó un punto de inflexión en su carrera. En el Torneo Apertura, le detuvo un penal a Alan Lescano (Argentinos Juniors); en la Copa Argentina fue héroe ante Rosario Central —atajando un remate a Ignacio Malcorra y dos más en la definición— y, más recientemente, brilló ante Defensa y Justicia. Cada actuación reforzó la sensación de que, cuando hay un penal en contra de Unión, la ventaja no está del lado del pateador.
“Leo (Madelón) siempre me dice que espere hasta el final, que confíe en mi instinto. Y eso hago”, contó el arquero tras su última actuación. Esa calma y lectura milimétrica de los movimientos rivales parecen ser su mayor secreto. Con contrato a préstamo hasta diciembre y una opción de compra de 500 mil dólares por el 50% de su pase, la dirigencia tatengue ya analiza seriamente quedarse con su ficha. La decisión parece lógica: con 26 años, Tagliamonte no solo ofrece seguridad y reflejos, sino también liderazgo y una personalidad que contagia.