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Opinión

Zonceras sobre la Boleta Única

— Gustavo Castro

MARTES 10 DE AGOSTO DE 2021

Hace poco más de un mes, un grupo de 170 dirigentes de los principales partidos políticos del país -varios de ellos santafesinos- salió a pedir la implementación del sistema de Boleta Única de papel a nivel nacional. Este nucleamiento, bajo el paraguas de una organización denominada RAP (Red de Acción Política), aseveró en un comunicado que “no hay motivos para que sigamos votando con el sistema actual de boleta partidaria”.

Este tipo de posturas suele ser acompañada efusivamente en ciertos círculos con pretensiones discursivas de corte institucionalista o republicano. Por ejemplo, cuando ocurrió el escandaloso suceso del ex diputado Juan Ameri, quien tuvo un episodio íntimo ante cámaras que le terminó costando el puesto, el periodista de TN Gonzalo Aziz twitteó: “Se dan cuenta por qué es necesario que la Argentina implemente el sistema de #BoletaUnica en Papel como hay en Santa Fe?? Es la única manera de evaluar conscientemente a quienes vamos a honrar con una banca en el Congreso, en lugar de que entren impresentables como #Ameri”.

El primer interrogante que surge es cómo el mecanismo electoral vigente en nuestra provincia resolvería automáticamente la problemática del ingreso de legisladores nacionales que disgustan al conocido comunicador. La respuesta es evidente: no lo haría. Porque ningún sistema trae consigo ese filtro pero también porque alrededor de la Boleta Única se generó una serie de supuestas verdades que es necesario discutir.

En 2011, año en que se implementó por primera vez esta forma de votación en Santa Fe, el Gobierno de la provincia y el Centro de Implementación de Políticas Públicas (CIPPEC) lanzaron un “Manual electoral” en el que en realidad se propagandizaba acerca de las presuntas virtudes de la Boleta Única de Papel.

Allí se decía, entre otras rotundas afirmaciones, que con el nuevo sistema “se acaba la práctica de robar u ocultar boletas en el cuarto oscuro”, se “garantiza equidad entre los competidores” y “se acaba la lucha entre los fiscales de los partidos para poner la boleta de su partido en el lugar más visible dentro del cuarto oscuro”. Así dicho, parecería que cada mesa de votación con el método tradicional es una suerte de ring side de Titanes en el Ring con William Boo de árbitro, lo cual puede ser desmentido por cualquier persona que haya protagonizado una jornada electoral.

Pero además, parte del concepto de que un mecanismo de elecciones que reduce la importancia de los fiscales partidarios es necesariamente bueno. Lo que es igual a decir que la participación ciudadana en las organizaciones políticas, que se presume que son la expresión de proyectos colectivos, no es relevante. Hay un dicho que se le adjudica a Chacho Álvarez que calza justo en esta definición: vale más un minuto en un set de televisión que 100 militantes.

El manual de 2011 también aborda un tópico infaltable en estos casos: la Boleta Única “ataca prácticas clientelares” ya que “los partidos no podrán utilizar las boletas para el intercambio de favores por votos”. Esta frase surge de la suposición de que la o el referente barrial mantiene un vínculo extorsivo con el vecino o la vecina y no, en el peor de los casos, un intercambio de favores. Sólo pensar que la serie “El Puntero”, de canal 13 de Buenos Aires, abordó con mayor justicia la complejidad de esa relación da una idea del nivel de carencias de ese argumento.

Y aquí, el carozo del asunto: “La Boleta Única asegura mayor autonomía al votante para decidir” porque con el mecanismo tradicional “el ejercicio del voto como mecanismo de selección de representantes y rendición de cuentas se ve así seriamente deteriorado. Cada uno de esos votos implicará entonces una evaluación y decisión autónoma del votante. Esto significa que los candidatos a diputados provinciales o a concejales ya no serán elegidos por ´colgarse´ de una candidatura conocida a gobernador o a intendente”.

El origen de este razonamiento está en la curiosa idea de que el corte de boleta es propio de electores sofisticados. De los que votan con la cabeza y no con el corazón. De esta manera, en apariencia sería algo bueno elegir a un presidente del PRO, diputados peronistas, senadores radicales, gobernador socialista, legisladores provinciales de la Coalición Cívica, intendente del PDP y concejales de fuerzas vecinales. Fragmentación de la voluntad popular y candidatos famosos. ¿Y los proyectos colectivos?

Finalmente, otro clásico: “La Boleta Única pone fin al negocio de la impresión de boletas. Muchos pequeños partidos en los últimos tiempos fueron creados para obtener y quedarse con el dinero que el Estado aporta para la impresión de las boletas electorales. Dado que con la Boleta Única es el Estado quien se ocupa de la impresión de las boletas, dicha práctica se termina definitivamente”.

El decreto N° 1168 del gobernador Omar Perotti, firmado el 15 de julio pasado, sugiere lo contrario. A través de ese decisorio, la administración provincial adjudicó a las empresas Boldt y Su Papel el trabajo de impresión de las boletas únicas para estas elecciones por un total de $ 364.373.736,64. Más que terminar con el negocio, en realidad parecen haber cambiado los beneficiarios.

A propósito de actividades lucrativas. El CIPPEC no elaboró el manual de 2011 de manera gratuita. Como tampoco lo hizo en su capacitación sobre la Boleta Única y en la evaluación de su impacto en las elecciones. O en el asesoramiento sobre la declaración jurada patrimonial de los funcionarios provinciales. O en el balance de la gestión educativa del Frente Progresista. O en el análisis del plan Abre. La defensa de la República y las Instituciones tiene su costo.

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