Otro sábado juntos, pero hoy les traigo una propuesta diferente. En las columnas anteriores fui yo, en primera persona, quien les contó sobre diversas producciones, entrevistando —por supuesto— a los profesionales idóneos en cada oportunidad. Esta vez quiero que lean a ella: Priscila Novello, una joven de 32 años, aventurera y valiente, que nos cuenta de manera maravillosa cómo comenzó con la producción de gallinas pastoriles —o, como se dice por ahí, gallinas felices— y la producción de huevos.
Los invito a que se preparen un matecito y disfruten de esta columna tanto como la disfruté yo.
“Doña Fortunata”: historia de un sueño
Mi nombre es Priscila Novello, tengo 32 años y vivo en Porteña, un pueblo del interior de Córdoba. Soy Ingeniera Agrónoma y mi actividad principal es el asesoramiento agrícola. En 2021 empecé con el emprendimiento de gallinas en pastoreo, que para ser sincera fue un largo proceso.
En 2017, siendo estudiante, tuve la oportunidad de viajar a Clermont-Ferrand (Francia) a realizar parte de mis estudios a través del programa ARFAGRI. La facultad estaba muy enfocada en la producción agroecológica; quedé impresionada y quería comprobar si en el campo realmente se aplicaba lo que nos enseñaban.
Así que, mientras finalizaba mis estudios, preparé un currículum con el modelo francés, me compré un chip para tener número telefónico local y empecé a enviarlo a todas las empresas vinculadas con “producción agroecológica”. Me contactó una familia del sur de Francia que hacía horticultura agroecológica. Aprendí y viví muchísimo en ese tiempo, y aunque nos llevaría horas charlar sobre ello, puedo asegurar que algo cambió en mí: quería hacer algo propio que cuidara el ambiente, el suelo y ofreciera un producto diferente y saludable.
Me recibí en 2018, comencé a trabajar en el área agrícola y, como desde chica me gustaban las ovejas, empecé a visitar establecimientos con esa producción. Siempre me imaginaba ovejas pastoreando alfalfa. Pero la inversión inicial era muy alta: infraestructura, aguadas, etc. Todo quedó en pausa… hasta que llegó la pandemia.
Un día, encerrada en casa, rompí un huevo y, sin saber por qué, lo observé con atención. La cáscara, la yema, la clara… tres componentes tan distintos saliendo de un animal tan pequeño como la gallina. Desde ese momento me puse a leer sobre gallinas, sistemas de producción y la industria del huevo. Hice cursos, visité establecimientos y fui armando el proyecto.

A mi mente venía el recuerdo de mi abuela, que tenía gallinas en el patio: juntaba los huevos y se ponía a cocinar. Yo quería algo así, más cercano, natural y genuino. Un huevo que no fuera solo un alimento, sino un símbolo de volver a las raíces, despertar curiosidad, reflexionar sobre cómo se produce y de dónde viene. Había encontrado un camino donde combinar bienestar animal, cuidado del suelo y un alimento saludable: los huevos pastoriles.
Sistemas de producción de huevos
Existen cuatro sistemas principales:
- Intensivo o convencional (jaulas en batería): gallinas confinadas en jaulas dentro de galpones, con poco espacio y alta densidad. Modelo industrial.
- En piso o galpón (Cage-Free): gallinas libres de jaula, pero encerradas en galpones, sin acceso a pasto ni luz natural.
- Libre de jaula (Free-Range): gallinas en galpones con acceso al exterior, aunque limitado y muchas veces sin rotación de pasturas.
- Pastoril (Pasture Raised): gallinas al aire libre, pastoreando distintas pasturas. Se usan gallineros móviles que se rotan según la presión de pastoreo. Allí cuentan con perchas y nidos.
Nace “Doña Fortunata”
“Doña Fortunata” surge del compromiso con el bienestar animal, el cuidado del suelo y la salud de las personas. Respetamos la vida de las gallinas, su ciclo biológico, sin apurar sus tiempos, dejándolas ser. Fortunata simboliza la fortuna de ser libre. De vivir en libertad.
Nuestro sistema es pastoril con gallineros móviles, delimitados por redes especiales para evitar escapes y depredadores. Actualmente contamos con dos gallineros, con capacidad para 500 gallinas cada uno. La base de la pastura es alfalfa y los gallineros se van moviendo según el consumo. No aplicamos fitosanitarios, por lo que crecen “malezas” que las gallinas aprovechan como alimento. También buscan insectos y realizan sus famosos baños de tierra.
Los baños de tierra
Este comportamiento instintivo consiste en revolcarse, batir las alas, cubrirse con tierra y luego sacudirse.
Sus beneficios:
- Higiene: eliminan parásitos y exceso de grasa.
- Bienestar: reduce el estrés y les da placer.
- Plumas sanas: protegen contra frío, calor y lluvia.
- Conducta social: a veces varias gallinas se bañan juntas, como en un “spa comunitario”.
Aunque hacen pozos y se pierde pastura, es un espectáculo hermoso y natural.
Fertilidad y desafíos
Cada vez que movemos los gallineros, las gallinas fertilizan el suelo de forma natural. Esto enriquece la parcela, mejora la fertilidad y la actividad biológica.
Las desventajas: estar al aire libre las expone a clima extremo y depredadores. Lluvias, calor intenso o tormentas afectan la postura, y ya hemos tenido pérdidas por destrucción de gallineros. Además, en pastoreo no se controla con exactitud la dieta de cada gallina, lo que genera variaciones.
Un huevo diferente
Los huevos pastoriles se distinguen por su heterogeneidad: tamaños y colores de cáscara variados, reflejo de una vida libre. La yema puede ser más o menos intensa, según lo que haya comido la gallina ese día.
En cuanto a calidad, diversos estudios muestran que tienen:
- Más omega 3 y mejor relación omega 3/omega 6.
- Mayor contenido de proteínas de calidad, hierro y zinc.
- Riqueza en carotenoides y antioxidantes.
- Más vitaminas A, E y D (gracias al sol).
Así, “Doña Fortunata” nos recuerda que un huevo puede ser mucho más que alimento: puede ser la expresión de respeto por los animales, por la tierra y por quienes lo consumen.
Que les pareció, les gusto… al igual que yo espero que lo hayan disfrutado…nos encontramos el próximo sábado con otra historia de producción nacional.
