La investigación sobre el ataque con cuchillo ocurrido el sábado por la noche en un tren con destino a Londres continúa abierta, mientras las autoridades británicas confirmaron la identidad y situación de los dos hombres arrestados tras el incidente, que dejó diez personas heridas.
El superintendente John Loveless, de la Policía de Transporte Británica, informó que los sospechosos son ciudadanos británicos, ambos nacidos en el Reino Unido, y que permanecen bajo custodia policial. Fueron arrestados bajo sospecha de intento de homicidio poco después del ataque.
Se trata de un hombre de 32 años, de origen británico negro, y otro de 35 años, también británico, de ascendencia caribeña, según detalló Loveless.
El ataque ocurrió alrededor de las 7:42 de la tarde del sábado, cuando la policía recibió llamadas de emergencia que alertaban sobre múltiples apuñalamientos a bordo de un tren que había partido de Doncaster, en el norte de Inglaterra, a las 6:25 p.m., y se dirigía hacia la estación King’s Cross de Londres. El convoy se detuvo de emergencia en Huntingdon, en el condado de Cambridgeshire, donde agentes armados abordaron los vagones y realizaron las detenciones.
Según Loveless, la respuesta policial fue inmediata: en apenas ocho minutos desde la primera llamada, los dos hombres ya estaban bajo custodia. “En este momento no hay nada que sugiera que se trate de un incidente terrorista”, señaló durante una rueda de prensa.
Las autoridades confirmaron que diez personas fueron trasladadas a hospitales, y que inicialmente nueve se encontraban en estado crítico. Tras la atención médica, cuatro fueron dadas de alta, mientras que dos permanecen en condición de gravedad.
En los primeros momentos tras el ataque se activó el protocolo de emergencia “Plato”, empleado en el Reino Unido para responder a posibles incidentes terroristas, pero fue retirado más tarde al determinarse que no existían indicios de esa naturaleza.
Durante la jornada del domingo, agentes forenses inspeccionaron el tren detenido en la estación de Huntingdon, mientras la Policía de Transporte Británica mantenía un despliegue visible en estaciones y trenes “para ofrecer seguridad y responder a las preocupaciones del público”.
El secretario de Defensa, John Healey, calificó el suceso como un “ataque aislado”, y el primer ministro Keir Starmer expresó su solidaridad con las víctimas, describiendo el hecho como un “horrible incidente”.





















