Cuando se habla de largo plazo se suele ejemplificar con la paciencia china en el diseño e implementación de su política exterior.
Por eso, el cambio de mirada que se viene manifestando desde hace aproximadamente dos décadas, constituye un giro practicado en un plazo bastante breve desde la perspectiva que el gigante asiático tiene sobre el paso del tiempo.
En la historia de las relaciones internacionales, en general, los grandes cambios se pensaron y comenzaron a materializarse cuando un país poderoso tomó alguna iniciativa considerando que los beneficios esperados eran mayores a los costos previsibles.
Y en el plano comercial, China viene implementando una sostenida política de apertura que le ha redituado un notable ascenso como actor económico, hasta el punto actual de discutirle seriamente el liderazgo a Estados Unidos.
Es verdad que el giro no empezó a darse con el gobierno de Xi Jinping, pero hay que advertir que durante su mandato se hizo más pronunciado, por su involucramiento a favor del multilateralismo.
Gyeongju como garante de la apertura china en el plano comercial
Hans Morgenthau, fundador del realismo político, y para algunos, uno de los padres de la disciplina relaciones internacionales, sostenía que “lo que otros piensan sobre nosotros, es tan importante como lo que somos”.
El recordado postulado del eminente teórico, encaja asombrosamente bien en el tejido lento pero constante de la inserción china en todo el mundo.
Y la demostración más reciente acerca de esa percepción, estuvo dada en la 32º Reunión de Líderes Económicos del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico, que tuvo lugar a fines de octubre en Gyeongju, ciudad ubicada en la costa sureste de Corea del Sur.
En su intervención en la cumbre, el presidente chino pronunció un discurso que llevó por título; “Construir una Economía Inclusiva y Abierta de Asia – Pacífico para Todos”.
A lo largo de su alocución, Xi hizo un llamado a promover una “globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva”.
Aunque sin haber hecho mención específica a las tensiones comerciales que han marcado cíclicamente desde hace al menos una década, todo el intercambio mundial de bienes y servicios, el líder chino advirtió por “crecientes incertidumbres y factores desestabilizadores”.
China: el amigo inesperado en la perspectiva histórica de la OMC
Así como el discurso connotó una velada crítica a las recurrentes provocaciones trumpistas de lanzar esquemas de imposiciones arancelarias sin antes agotar la vía de la diplomacia, en otros tramos mostró un aval explícito al multilateralismo y a las políticas que promueve la Organización Mundial del Comercio y que Donald Trump tanto fustiga.
En ese sentido, Xi instó a que los países de la región Asia – Pacífico hagan “esfuerzos conjuntos para salvaguardar el sistema multilateral del comercio” centrándose en los preceptos de la Organización Mundial del Comercio, de la cual China no fue miembro sino hasta el año 2001 cuando se produjo su ingreso formal.
En otro tramo, el mandatario chino se encargó de subrayar que su país “está comprometido con el desarrollo común y la prosperidad de todos los países” aplicando una política de apertura al exterior y ejerciendo acciones concretas para promover una “economía mundial abierta”.
En la cumbre de Corea del Sur, la esperada participación de Xi quedó caracterizada por el acento que el líder puso en el multilateralismo, en la apertura económica de los países, y en el acompañamiento a los programas incentivados por la OMC.
¿Cómo ocurrió que en materia comercial, la China actual contraste tanto con la del siglo XX? Una aproximación para dar la respuesta podría ser recordar el fin de la Guerra Fría y el efecto que generó la descompresión de la agenda de seguridad nacional, proceso mediante el cual, el cometido de expansión territorial se vio relegado por el de expansión en el mercado internacional.
Tal cual se pudo reafirmar en Gyeongju, la política exterior china está yendo hace rato por ese último andarivel.






















