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Mentiroso, mentiroso

En la antesala de las elecciones presidenciales de 2022, Jair Bolsonaro será investigado por difundir noticias falsas contra el sistema electoral.

— Mariano Yakimavicius

JUEVES 05 DE AGOSTO DE 2021

El pasado miércoles, Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal (STF), incluyó al presidente Jair Bolsonaro entre los investigados en un caso iniciado hace dos años sobre la difusión de noticias falsas contra el sistema de voto electrónico y por sus amenazas contra las elecciones presidenciales convocadas para el 2 de octubre 2022.

La denuncia fue presentada por el juez que preside el Tribunal Superior Electoral (TSE), Luís Roberto Barroso, contra quien el presidente redobló los ataques en los últimos días.

Esa denuncia es sólo uno de los dos frentes de investigación abiertos por el STF luego de que Bolsonaro repitiera en una transmisión en directo a través de las redes sociales, sospechas sin fundamento cierto contra el actual sistema electoral. El presidente se basa en videos publicados en internet que ya fueron desmentidas por diversos organismos. Sin embargo, al mandatario no lo preocupan los medios sino los fines. La veracidad o no de sus dichos lo tienen sin cuidado. 

Los dichos de Bolsonaro tienen dos propósitos íntimamente vinculados. El primero es instalar la idea de que hubo fraude en el escrutinio de los votos en las elecciones presidenciales de 2014 en las que Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), se impuso contra el actual diputado socialdemócrata Aécio Neves, del Partido Social Democrático (PSD). El segundo es crear un clima de sospecha ante el escenario hipotético de una derrota frente a su oponente, Luis Inazio Lula Da Silva.

Miente, miente, que algo quedará

El expediente de las llamadas “fake news” fue abierto en 2019 por el STF para investigar la diseminación de noticias falsas, calumnias y amenazas contra los jueces de la máxima instancia judicial. Para el juez Moraes, las declaraciones de Bolsonaro atentan contra las instituciones, en especial contra el STF y el TSE, ni más ni menos que los responsables máximos de impartir justicia y de llevar adelante los procesos electorales.  

En los fundamentos de su decisión, el juez señala que los dichos del presidente de la República “insinuaron la práctica de actos ilícitos por miembros de la Suprema Corte, utilizándose el modus operandi de esquemas de divulgación masiva en las redes sociales, con el designio de dañar o exponer a peligro de daño la independencia del Poder Judicial, el Estado de derecho y la democracia”. 

La ofensiva del Poder Judicial se produjo la misma semana en que una comisión especial en el Congreso debía votar una Propuesta de Enmienda a la Constitución cuya finalidad es adoptar un tipo de urna electrónica que permita imprimir el registro del voto, es decir, una papeleta que sería depositada en una urna para un eventual cotejo. Distintos especialistas y el mismo TSE expresaron que la medida puede tornar la votación vulnerable a la compra de votos y al fraude en el recuento. Además, la idea se basa en la equivocada premisa de que el voto electrónico tal cual se usa actualmente no sería “auditable” cuando, en realidad, el sistema pasa por diversas etapas de verificación, y tras cada votación es impreso un boletín de urna que ayuda a comprobar la credibilidad y la transparencia del sistema.

En síntesis, Bolsonaro miente respecto del sistema electoral vigente para presionar y lograr una modificación que eventualmente tornaría al proceso electoral más “manipulable”. No obstante, al instalar la idea de fraude, Bolsonaro apunta -tal como lo hizo Donald Trump- a polarizar al electorado, a sembrar discordia y presentarse como una víctima de un sistema corrompido ante el cual él sería el único antídoto. Honra su segundo nombre y se presenta como un Mesías. 

La reacción reaccionaria

La reacción de Jair Bolsonaro ante el anuncio de que será investigado fue descabellada pero ya no sorprende por venir de quien viene: convocó a la población a armarse para oponerse al uso del sistema de voto electrónico en las próximas elecciones presidenciales. 

El mandatario insiste con la idea de que se está tramando un fraude en su contra para evitar su reelección en los comicios del próximo año. "Quiero decirles que toda dictadura fue precedida por una campaña de desarme. Para mí es diferente: el pueblo de bien debe estar armado a ejemplo del pueblo estadounidense. Para que exactamente prototipos de dictadores no quieran hacer valer su voluntad en nuestra patria amada llamada Brasil", declaró.

Quizás su sentencia más corta y contundente sea ésta: “Elecciones no confiables no serán admitidas”. Está anunciando que no aceptará bajo ningún concepto una derrota frente a Luis Inazio Lula Da Silva. No sin ofrecer resistencia.

Bolsonaro se aferra con uñas y dientes al poder ante los datos que arrojan los sondeos de opinión. En la antesala a las elecciones generales de 2022, las últimas encuestas muestran que el expresidente Lula da Silva lidera la intención de voto. En primera ronda, obtendría el 43,3 por ciento de los votos, frente al 38,2 por ciento que obtendría Bolsonaro. Y lo que quizás resulte más significativo es que se registra una tendencia a la baja en las cifras  del actual presidente y un crecimiento de Lula. 

En definitiva, a Bolsonaro se lo acusa de adoptar conductas antisistema. Eso no es raro en él. Si el sistema político no se adecúa a sus expectativas -y a las del sector que lo respalda- no dudará en utilizar todo lo que tenga a su alcance para destruirlo. Antes que quedarse sin nada, Bolsonaro preferiría ser el rey de las cenizas de Brasil.

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