El Derecho a la Identidad no es solo una cuestión legal: es una deuda histórica que Argentina sigue saldando. Durante la dictadura (1976-1983), miles de personas fueron secuestradas, y entre ellas, niños que fueron arrancados de sus madres y entregados ilegalmente a otras familias. Estos niños, hoy adultos, durante años vivieron sin conocer su verdadera identidad.
Gracias al incansable trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo, hasta octubre de 2025 se han recuperado 140 nietos, quienes hoy pueden finalmente conocer sus orígenes y reencontrarse con sus familias biológicas. Sin embargo, la búsqueda sigue, y la memoria de esa tragedia nunca debe ser olvidada.
Este derecho tiene un valor profundo: conocer nuestras raíces es una forma de reconstruir el pasado y sanar las heridas del presente. En Argentina, donde la dictadura dejó una marca indeleble, el Derecho a la Identidad es un recordatorio de la importancia de la justicia, la verdad y la reparación. Un derecho que, a pesar del tiempo, sigue siendo un símbolo de la lucha por la dignidad de aquellos que fueron privados de su historia.
Recordar el pasado, mantener viva la memoria de lo sucedido, no solo honra a las víctimas, sino que nos permite construir un futuro en el que la justicia, el respeto por los derechos humanos y la verdad prevalezcan. Cada historia recuperada es una victoria, pero también una lección: que nunca más se repita lo ocurrido. La memoria histórica es la que nos da las herramientas para proteger la dignidad de todos, para que no olvidemos que la identidad no solo nos define, sino que nos hace más humanos.
