El Club Atlético Unión atraviesa horas de preocupación tras la ruptura definitiva de las negociaciones con la familia Malvicino por la adquisición del predio Casasol, uno de los lugares más emblemáticos del fútbol rojiblanco. Pese a los intentos de la dirigencia por cerrar un acuerdo, las conversaciones se estancaron y el vínculo contractual entre las partes ya está vencido, lo que abre un escenario complejo para el futuro inmediato.
Durante los últimos meses, el presidente Luis Spahn y su comisión directiva habían mantenido reuniones con representantes de la familia propietaria con el objetivo de lograr la compra definitiva del predio. En un principio, las posturas parecían acercarse, pero con el paso del tiempo las diferencias económicas y legales impidieron sellar la operación.
Las informaciones dicen que las tratativas se dieron por terminadas y, hasta el momento, no hay señales de que el diálogo vuelva a retomarse. Esta situación deja a Unión en una posición delicada, ya que el club no posee un contrato vigente que habilite la ocupación del lugar, donde habitualmente entrena el plantel profesional y las divisiones formativas.
El riesgo de un desalojo de Casasol es una posibilidad concreta si no se logra una solución a corto plazo. Desde el entorno dirigencial, se analizan alternativas logísticas para no interrumpir la rutina de trabajo del primer equipo, aunque la intención sigue siendo encontrar una salida negociada.























